Roy guió a Rosy hacia el lugar en el que habíamos estado trabajando todo el día: unas cuevas con aguas termales. Habíamos decorado el lugar con algunas velas que funcionaban a pilas (sin fuego real, ya que no sabíamos cuánto iban a durar encendidas y no queríamos que la magia interviniese) y algunos pétalos de flores que habíamos buscado en el bosque. Entre las dos únicas termas que estaban ligeramente separadas con un espacio en medio, habíamos puesto un mantel y una enorme nevera portátil de las que se cerraban de forma hermética.
Rosy nos miró sorprendida y Roy le hizo un gesto con la cabeza, para que avanzase. Dubitativa, ambos nos dirigimos hacia las dos pozas de agua. Nada mas meternos cada uno en una diferente, Roy cambió de cuerpo: habíamos decidido el lugar porque nos pareció bonito, romántico y además, podíamos cubrir la desnudez con el agua. Rosy me miró expectante.
"No la cagues." — me dijo Roy.
Pasaron unos segundos en los que cerré los ojos y dejé que mis sentimientos af