Lety cerró la puerta y se quedó pegada a ella, cerró los ojos y suspiró profundo.
—Tengo que ser fuerte ante ella, dios dame sabiduría para ayudar a mi niña por favor. —pidió sintiendo su corazón roto en miles de pedazos, jamás se imaginó que a Adrianna le sucediera algo así, jamás se imaginó que al finalizar la noche su ahijada regresaría destruida física y moralmente, sentía que su mundo se desmoronaba junto con el de Adrianna, deseaba que hubiera sido ella y no su ahijada, que recién empezaba a ver el mundo, y el mundo dándole está bienvenida de una forma tan cruel, a sus recién cumplidos diecisiete años, y estaba viviendo la peor experiencia que puede vivir y experimentar una mujer.
Tres días habían transcurrido en los que cada noche Adrianna despertaba bañada en sudor, las pesadillas de lo ocurrido no la dejaban y despertaba gritando.
—¡Noo! —eran los gritos de cada noche y Lety corría a su habitación, para estar presente.
—Ya ni niña, aquí estoy mi vida... tranquila.. tranquila. —Lety se abrazaba a ella tratando de calmarla, mientras Adriánna temblaba de miedo y sollozaba tan fuerte.
—Madrina, siento que me boy a volver loca, cierro los ojos y veo esa sonrisa malévola, siento sus manos apretando mis brazos para no dejarme escapar, no puedo... no puedo con esto.
—Tranquila pequeña mía, todo este mal tiempo pasará. —Lety trataba de consolarla pero era inútil. Las pesadillas eran frecuentes, tres días tenía encerrada en su habitación sin responder las llamadas de Lucrecia. El teléfono sonó y era su amiga que llamaba nuevamente.
—Es Lucrecia cariño.
—No, no le respondas.
—Seguirá insistiendo y puede hasta venir aquí si no tiene noticias tuya, y entonces qué le voy a decir.
—Entonces responde y di que me fuí de viaje y que se me olvidó mi teléfono.
—Está bien mi niña. —Lety contestó
—Hola querida.
—Hola Lety... estoy llamando a Adri y no responde.
—Mi niña se fue de viaje, una propuesta de trabajo fue algo inesperado y Se le olvidó el teléfono, estoy esperando que se comunique conmigo.
—Que bueno...le dice que me llame cuando se comunique contigo.
—Lo haré mi niña...lo haré.
Lety colgó la llamada y miró tristemente a Adrianna.
—Mi niña...se que es muy pronto pero tienes que salir de esa depresión, no he hace bien estar todo el día en cama y llorando.
—Fue mi culpa madrina...
—No...no mi niña, tu no eres culpable nada, no eres culpable por lss personas de mente retorcida y criminales.
—Yo lo miré y sonreí, talvez lo mal interpretó.
—No tiene nada de malo sonreír mi niña, ellos son los que tienen problemas mentales. Tu no eres culpable. ¿Entiendes?
Adrianna cerró los ojos deseando no sentir esa esa ansiedad, deseaba cerrar los ojos y despertar y ver que era una pesadilla, pero la cruel realidad le golpeaba cada vez que abría sus ojos.
Los días seguía n pasando, y Adrianna seguia despertando agitada por las pesadillas que no la dejaban, se puso una bata y salió al pequeño jardín y se sentó a contemplar la belleza de las flores, miró un jarrón lleno de estas y sus lágrimas rodaban nuevamente, vio la similitud de su desgracia con el terrible destino de las bellas flores del jardín, no importaba si eran del jardín imperial o de una casa de campo, el destino era el mismo, ser cortada de sus raices y así mutiladas se obligánda a sobrevivir y permanecer hermosas para el placer visual de su depredador.
Así se sintió ella, le habían arrancado su alegría, sus ganas de vivir, sintiendo ganas de morir Pero tenía que seguir.
Lety la miró sentada y con la mirada fija en las flores del jarrón, sirvió una taza de té y le llevó.
—Hija, aquí tienes una tasa de té, te hará bien.
—Gracias madrina..no se que hacer madrina, no quiero salir, siento vergüenza, me da vergüenza mirarme al espejo.
—No la tengas mi niña, no tienes porque, tu eres inocente, y así como a ti, allá afuera hay muchas mujeres viviendo tu realidad, y muchas de ellas solas, porque no tienen a nadie en quien confiar, tú me tienes a mí Y te apoyaré en la decisión que tomes. ¿Vaz a denunciar el delito? —preguntó sacándola de su ensimismamiento. Adrianna La miró, no había pensado en esa posibilidad, la vergüenza que sentía no se lo permitía, no deseaba ser expuesta ante todos.
—No...no lo haré, y si viene nuevamente y me agrede, seguramente las autoridades no podrán hacer nada, son gentes muy poderosa.
—¿Sabes quién es?
—No se su nombre, Pero me imagino que debe ser familia o amigo de Lucrecia, ella dijo que solo eran familiares y amigos muy cercanos.
Lety la abrazó fuerte y ella correspondió a ese abrazo.
—Tranquila mi vida, vamos a buscar ayuda profesional y juntas saldremos adelante.
Los días pasaban convirtiéndose en semanas, tres semanas habían pasado y Adrianna seguia sumergida en la depresión, no deseaba ver y Mucho menos hablar de lo sucedido con nadie.
Ernesto había llevado a una amiga profesional para que la ayude lo cual ella se había negado.
—Hija voy hacer unas compras y regreso enseguida, no tardo. -dijo Lety,
—Está bien madrina. —dijo Adrianna cerrando con seguro, sentía pánico quedarse sola.
Lety subió al Uber de Ernesto que había estado pendiente de ella, y se había hecho cercano.
—Muchas gracias Ernesto, gracias por traer a la psicóloga para mí ahijada.
—No tienes nada que agradecer, sé por lo que están pasando. Yo también viví esa experiencia con mi hija. Y lo peor de todo es que eso tuvo consecuencias, y ya tiene dos años. —dijo Ernesto y Lety abrió los ojos como plato, no había pensado en esa posibilidad,.
—¡Por dios! Eso sería terrible para Adrianna. —expresó Lety con mucha preocupación.
—Son posibilidades que se deben tener en cuenta. Mi hija sufrió mucho, tuvo que decidir entre tenerlo o no. Pero con la ayuda recibida, pudo no solo aceptar su maternidad, sino que decidió seguir. Con el nacimiento de mi nieto nació una nueva etapa de su vida.
Lety estaba sumergida en sus pensamientos.
"Dios mío.... Que ni niña no esté embarazada, sería terrible para ella, no lo soportaría....por favor Dios, escucha mis plegarias" pensaba muy centrada en sus cavilaciones. Llegaron al centro de la ciudad y lo priner que hizo fue ir a la farmacia, y después hacer el resto de compras.
Mientras Adrianna, cerró la puerta y regresó a su habitación, cuando los golpes en la puerta llamaron su atención. Su corazón dio un vuelco queriendo salir de su pecho.
—¡Dios mío! Ayúdame por favor, —pidió sintiendo terror de imaginar que era su agresor quien tocaba la puerta.
Sentada en una esquina, abrazada a sus piernas y con los ojos cerrados estaba en pánico a la espera de un milagro.
No supo ni cuánto tiempo pasó en esa posición, Soll escuchó la puerta que se abrió, luego la de su habitación, y gritó desesperadamente.
Lety corrió para abrazarla.
—Ya...soy yo mi niña, tranquila mírame, soy Lety. —casi gritó para que reaccione.
Adrianna abrió los ojos, el grito de Lety la sacó del trance en el que se encontraba.
—Madrina, era el...estuvo aquí madrina.
—Ya mi vida... ya... Aquí no hay nadie más que yo. —dijo Lety abrazandola tan fuerte para calmar el temblor de su cuerpo.
Adrianna sentía que cada día se hundía en la desesperación, Lety preparó un té, luego de que ella lo bebió, la dejó acostada en su cama, Adrianna cerró los ojos y trató de dormir, era algo que también la atormentaba, las pesadillas eran tan reales que despertaba gritando.
Ya no quería ese tormento para ella, a mitad de la noche despertó bañada en sudor, se puso de pie y fue al baño, se miró al espejo y vio su rostro después de mucho tiempo, vio sus ojeras marcadas, su rostro demacrado y sus ojos hinchados de tanto llorar.
La imagen frente a ella, no era la de ella, era una mujer completa mente diferente, opaca y gris, hizo una mueca de sonrisa que dolió en sus labios, miró sus cabellos sin brillo, pasó sus manos por su rostro a modo de frustración, miró el botiquín y caminó a paso lento, lo abrió y miró el frasco de cesante vacío el contenido en su mano, sirvió un vaso con agua y lo bebió.
Fue de regreso a su cama y se acostó nuevamente.
Empezó a sentir pesadez en sus ojos, sentía arder su estómago y poco a poco fue cayendo en la inconsciencia.
Al día siguiente, Lety preparó el desayuno y lo llevó a la habitación.
—Hija despierta, mira la hora que es mi niña.
Lety dejó la bandeja y la movió.
—Adri, ¡Adrianna! ¡Dios! Muchacha que hiciste, dios mío. —exclamó tomando su teléfono y marcando el número de emergencias.
—¡Por favor ayuda! Una ambulancia por favor, pronto, mi niña ingirió una sobredosis de calmantes.
Dejó el teléfono y trató de reanimarla,.
El tiempo se hizo eterno, que diez minutos después estaban llegando los paramédico y la trasladaron al hospital más cercano.
El teléfono sonó y Lety miró, cortó la llamada, no quería responder pues era Lucrecia que llevaba días llamando para saber de Adrianna.
El teléfono sonó nuevamente, cuando intentó cortar vio el nombre de Ernesto.
—Hola Lety, estoy fuera y vi todo cerrado. ¿Estás de compras? No quise tocar la puerta para no asustar a Adrianna.
—Estoy en el hospital Ernesto, Adrianna ingirió pastillas.
—Voy enseguida, tranquila. —dijo Ernesto y media hora después estaba llegando.
—Lety... tranquila, todo saldrá bien. —dijo Lety corriendo a sus brazos y siendo recibida por el, tratando de reconfortar la.
—Todo saldrá bien. —dijo en el momento que la miró fijamente.
—Ernesto, gracias por estar aquí, no sabes lo importante que es para mí tenerte en estos momentos.
—Siempre que pueda ayudar lo haré. —respondió Ernesto.
Ernesto y Lety seguían esperando en el pasillo por noticias, y una hora después la enfermera salió para llevarlos al consultorio del médico que la había atendido.
—Señorita...¿Cómo está mi ahijada? —fue lo primero que preguntó antes de que la enfermera hablara.
—Vamos al consultorio del doctor, ahí le dará mejor información.
—Ve Lety, aquí espero, y por favor trata de estar calmada.
Lety siguió a la enfermera h llegó al consultorio.
—Siéntese por favor. —pidió el Galeno , Lety sentía sus pies en arenas movedizas, miró al médico que entregó una hoja con unos resultados positivos.
—¡Positivo! —dijo alternando la mirada entre el papel y el médico.
—Asi es, está embarazada, y logramos salvarlos a los dos, lo que no entiendo es porque ella sabiendo que está esperando un bebé intentó quitarse la vida. —preguntó el Galeno. Lety sintió que el mundo se le oscurecia. ¿Cómo le diría a su niña que ese acto repulsivo tenía consecuencias?
Lloró desconsoladamente, el médico hizo señales a la enfermera para que trajera un vaso con agua y tratar de calmarla.
—No se que es lo que pasa señora, pero no veo el motivo para actuar de ese modo al recibir la noticia de la llegada de un bebé.
Lety miró al doctor, cerró los ojos suspiró profundo y respondió.
—¿Cómo se le dice a una víctima de abuso sexu4l que su agresión tiene consecuencias que se la recordará el resto de su vida.
El Galeno miró a la enfermera y entendió los motivos de la reacción de Lety y de el porqué Adrianna intentó quitarse la vida
—Entiendo, y lo siento mucho, no sabía lo ocurrido, aquí en el hospital tenemos un programa para mujeres que han sufrido este tipo de abuso.
—Doctor, no sé cómo actuar ni que decirle a ella, está deprimida, sus pesadillas no la dejan y ahora esto. Yo solo espero que esté bien para que decida que hacer. —habló Lety con mucha tristeza.
—Tranquila, haré un informe para el departamento de psicología y ellos sabrán orientar la, a usted y a la víctima. —respondió el Galeno mientras tecleaba en su computador.
Lety sintió un poco de alivio al saber qu
e Adriánna recibiría ayuda y así poder darle la noticia de que seria madre a su corta edad.