Capítulo 33

Idan palmeó la cama indicándole al abogado que se acercara. Cielle no dudó para sentarse frente a él, dejando de por medio un pequeño espacio, lo suficientemente grande como para no invadir el espacio personal del otro, pero lo suficientemente cerca como para poder contemplarse mutuamente.

—Los ojos son el espejo del alma, dicen por ahí —pronunció Idan en un tono bajo, como si aquella conversación fuera un secreto que les pertenecía solo a ellos.

—¿Por qué te gustan tanto? —preguntó Cielle. Después de años jamás entendió cuál era la fijación que tenía Idan por sus ojos —. No tienen nada de especial.

—Tú no lo entenderías, pero yo veo ahí dentro reflejadas tus emociones, veo tus temores, tu alegría, cuando estás enojado o triste, cada emoción reluce en ellos de una manera increíble. La gente miente, más seguido de lo que imaginas, por eso aprendí a estudiar sus expresiones faciales desde muy joven. Mas contigo jamás fue necesario, tus ojos no mienten.

—¿Entonces es por eso?

—P
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