Capítulo 8 —Solo conduce...
Capítulo 8 —Solo conduce...
Narrador:
El celular de Roman vibró sobre la mesa de roble macizo, justo cuando estaba por servir el café. No solía responder llamadas sin identificación, pero algo en la persistencia del número lo hizo alzar una ceja. Lo tomó, se alejó hacia el ventanal y deslizó el dedo sobre la pantalla.
—Adler —dijo con su tono habitual, seco y cortante.
—Roman —la voz al otro lado era gruesa, pausada, con acento italiano marcado —Paolo Santini. Espero no interrumpir nada.
Roman se quedó en silencio un par de segundos. No porque no lo reconociera, sino porque no esperaba esa llamada. Hacía meses que los rumores de expansión de los Santini corrían como pólvora en los corredores oscuros del negocio. No confiaban en los Suárez. Bien. Él tampoco.
—No interrumpes. Dime.
—Estaré en tu ciudad esta semana. Quisiera invitarte a cenar. Algo simple, entre familias. Llevaré a mi esposa y a mis hijos. Quiero que nos conozcamos mejor… fuera del juego.
Roman giró apenas la cabeza, mira