Encontrando a su luna de nuevo

El día de la boda había llegado, la iglesia que lucía una decoración elegante y romántica, ya estaba recibiendo a los invitados, poco a poco estaban ocupando su lugar

Belén la mejor amiga de Valentina, era quien le había ayudado a vestirse y darse los últimos retoques, con su madrastra y Evangelina, no podía contar, ellas solo le habían mostrado desprecio a través de los años, pero eso ahora no importaba, hoy era para ella el día más feliz de su vida

— ¡Todavía no puedo creer que me voy a casar con Elías Sotomayor! él es el hombre más guapo de toda la ciudad, el más exitoso y caballeroso de todos, Belén, ¿me preguntó que me vió para enamorarse de mí?

Valentina guardaba algunas inseguridades dado que nunca había sido bien tratada los últimos años, le hacían sentir que era una carga, un familiar no deseado, pero este día por fin comenzaría su propio hogar y su propia familia con el hombre que ella quería locamente

En la iglesia en un apartado, Evangelina, le reclamaba a su padre por concertar esa unión

— ¡Debiste negarte cuando te pidió su mano, papá! ¡esa huérfana no está a la altura de Elías, yo debí ser su prometida, quién se estuviera a punto de casar con él! ¡¿por qué me hiciste ésto?! — Evangelina, lloraba de rabia, odiaba tanto a Valentina por qué según ella le había quitado al amor de su vida que no se daba cuenta que había sido su propio comportamiento el que le había impedido llegar a ser la señora Sotomayor, Eva era una mujer arrogante que había protagonizado dos o tres escándalos en las redes, cosa que no le iba bien a la imagen del poderoso CEO Elías Sotomayor

— No te pongas así mi querida hija, escuché rumores que hay un hombre de mucho éxito profesional, se dice que es muy apuesto y que sigue soltero, es igual de rico que Elías, por qué aferrarte a un solo hombre habiendo tantos que también pueden darte una vida de reina — Berenice Gonzales, estaba tratando de persuadir a su hija pero esta no tenía pensado caer en su juego, Evangelina tenía sus propios planes

Los invitados ya estaban en las butacas de fina madera, bien vestidos y elegantes, estaban mezclados empresarios con gente de la mafia sin siquiera tener una idea

Elías Sotomayor, se las arregló para meter a Evangelina, a una de las habitaciones, quería que le diera en especie su despedida de soltero

— Suéltame, Elías, estás por casarte con mi hermana y pretendes follarme aquí, no soy plato de segunda mesa, soy una mujer hermosa que puede tener al hombre que desee — Evangelina, estaba de muy mal humor, estaba obsesionada con el empresario y le frustraba no poder conseguirlo para ella como tanto quería

— No te pongas en ese plan, sabes que así tienen que ser las cosas, mi imagen lo es todo para que mis negocios funcionen a la perfección, además con la única que follo eres tú, la mojigata de tu prima no ha querido darme la prueba de amor, así que ven acá querida y dame lo que quiero de ti que no tengo mucho tiempo

— ¿Mojigata, Valentina? ¿de qué estás hablando? ¡esa zorra ya se acostó con medio Nueva York, pero tú no quieres darte cuenta de que es una cualquiera! — Evangelina, estaba dispuesta a todo por impedir esa boda y salirse con la suya

— !¿De qué hablas?! ¡sabes bien que no me gustan los jueguitos! ¡si tienes algo que decir dilo ahora! — el CEO de inmediato se ofuscó, pero la astuta Evangelina, lo besó con deseo como a él le gustaba y lo enredó con sus atrevidas caricias, entregándose a la pasión y la lujuria sin importarles que había una boda que los esperaba

Nadie sabía dónde se había metido el novio, Valentina ya había llegado y había dado unas cuántas vueltas esperando que le dieran la señal para bajar, pero eso nada más no pasaba, el perdido novio no tomaba su lugar

La bella Valentina bajó por la parte de atrás de la iglesia para buscarlo ella misma, todo estaba en completo silencio, hasta le pareció un poco tétrico el lugar, estaba a punto de regresar a la limusina que se había encargado de traerla cuando escuchó gemidos, al principio pensó que había escuchado mal pero se volvieron a oír, entonces fue que avanzó lentamente y sin hacer ruido a la apartada habitación

Los amantes en su prisa no habían puesto seguro a la puerta, cuando Valentina abrió y los vió follando, sintió que el piso se le abría a los pies, que el corazón se le detenía y la respiración no le alcanzaba a llegar a los pulmones, ver al hombre con el que estás a punto de casarte teniendo sexo con tu propia hermana, tu sangre, era como para desear matarlos o morirte

— ¡Elías! — la bella Valentina, que ya lloraba a mares sin importarle arruinar su maquillaje, alertó a los amantes que dejaron de hacer lo que estaban haciendo, de todas las personas que pudieron haberlos descubierto tenía que ser precisamente la novia

— ¡Valentina, carajo! ¡¿qué demonios estás haciendo aquí?! yo... déjame explicarte, lo podemos resolver — decía Elías Sotomayor, mientras guardaba su pene y subía la cremallera de su pantalón

— ¿Cómo pudiste..? ¡¿cómo pudiste engañarme así en el día de nuestra boda?! ¡eres un maldito bastardo! ¿cómo es que no ví las señales? ¡fuí tan estúpida!

— ¡Cariño, esto ya sido un error de una sola vez, Evangelina, vino aquí y nos dejamos llevar, pero te prometo que una vez que nos casemos esto nunca va a volver a suceder, por favor salgamos de aquí, casémonos y después lo conversamos para arreglarlo! — Lo que Elías decía era verdad, él tenía planeado dejar definitivamente a Evangelina, después de la boda, quería tener hijos y que Valentina le diera un heredero, su prometida era muy hermosa, ya no iba a necesitar los servicios de la rubia exuberante

— ¡En tus sueños me voy a casar contigo, imbécil! ¡eso jamás va a suceder, me traicionaste, traicionaste el amor puro y limpio que yo te tenía, eras el único hombre para mí a mis ojos, pero ahora... ahora estás muerto y no existirás más en mi vida! — Valentina recogió un poco su vestido y salió de allí, sin quererlo ni desearlo llegó hasta dónde estaban los invitados, ella tenía el maquillaje corrido, y aunque su belleza prevalencia, era bastante notorio que no se encontraba bien

En ese preciso momento los hermanos Masherano, obligados por Lizandro, quién ahora era su Alfa y le debían obediencia, iban llegando a la adornada iglesia, los tres eran poseedores de un atractivo sin igual y fuera de este mundo, pero Lizandro Masherano, era sin duda un dios griego que caminaba sobre la tierra, el color de sus ojos azul grisaseo lo hacían ver cómo un depredador a punto de cazar a su presa

— Carajo, Lizandro, ¿desde cuándo asistimos a eventos sociales? ¡una boda! ¿en serio? ¡somos mafiosos, lobos, asistimos solo a reuniones de trabajo, no somos las señoritas casaderas de la familia Masherano! — El gruñón de Paolo Masherano, se venía quejando desde que salieron de su enorme mansión

— ¡Ya cállate Paolo! ¡este también es un evento al que asistimos por trabajo, tenemos que concretar la alianza con Elías Sotomayor, no se olviden que recién fuimos atacados por los pura sangre y perdimos a nuestro padre, debemos reforzarnos, conseguir aliados y destruir para siempre a esas malditas ratas de sangre pura que se creen el centro del universo! — el Alfa tenía una enorme rabia que le corría por dentro, pero le desapareció al instante cuando el aroma a flores y fina madera se hizo presente de nuevo en su nariz

— *¡Luna, mi luna está aquí! vamos, tenemos que encontrarla, está vez no la podemos dejar escapar!* — Legoshi, estaba en la desesperación por encontrar y tocar a su luna, está vez no la perdería

El Alfa, dejó hablando solos a sus hermanos y dirigió con firmeza sus pasos hacía donde el aroma lo llevaba, cada vez era más fuerte y sabía que ella se encontraba muy cerca, no es que necesitó caminar demasiado, la encontró de espaldas a él, se dió cuenta de que algunos invitados la miraban de manera extraña, pero él no pudo evitar llegar hasta ella con rapidez y susurrarle al oído

¡¡¡MIAAA!!!

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