Lionel quiere ayudar a su cuñada.
Complicado fue calmar la histería del Alfa Romano, por supuesto que no quería que su princesa siguiera el mismo destino que el joven Alfa Salvatore.
— ¡Romano, te voy a arrojar por alguna ventanilla si no te tranquilizas, no des por hecho que mi cachorro va a morir, con un carajo! — El rey gruñía desde su asiento.
(...)
Mientras tanto en el área de enfermería, Leo volvía de llamar a su padre, fué entonces que se encontró con una escena algo inusual. Lionel estaba por lamer la herida de la pierna de la bella Joana.
— ¡Que carajos, Lionel! ¿Qué diablos estás haciendo?
La pierna de Joana estaba descubierta, ella sin duda era muy hermosa.
— Bueno... Es que Joana dice que le duele mucho la herida de la pierna, y había escuchado que la saliva de un Alfa es curativa, por eso quise ayudarla a mejorar, no estés pensando de más.
— ¡Si Lorenzo te viera lo que estabas a punto de hacer, te corta la lengua el mismo!
— ¡Pero Lorenzo no está para que lo haga el mismo, ahora mismo