—Mi señor, las invitaciones han sido enviadas… principalmente a la familia Blaine y a la señorita… —el secretario Frost dudó en cómo llamar a Rachel Blaine. —La señora… —pero al ver la expresión cargada de molestia de su jefe, se corrigió.
—Bien… ¿Ella qué dijo? —El secretario recordó la expresión amarga de Rachel Blaine. Al ver la invitación, parecía a punto de lanzársela en el rostro, pero a pesar de sus obvios deseos, solo sonrió y asintió antes de cerrarle la puerta en la cara, lo que indicaba claramente que era alguien deseada en su entorno.
—Solo asintió, mi señor…
—¿No te dijo nada más? —La pregunta estaba claramente llena de ilusión, mientras el secretario Frost se preguntaba en qué locura estaba pensando su jefe.
—No dijo nada más, mi señor, lo lamento…
La expresión de Alaric cambió por completo. Era más que obvio que las palabras de su secretario no eran lo que esperaba. Pero ¿qué esperaba, al final de todo? Se preguntó Alaric en silencio a sí mismo.
—No estaba contenta, ¿no