—¡Por los dioses, te ves horrible…! —Las palabras de Orión no se hicieron esperar.
Alaric, quien no podía creer lo que ocurría con su amigo, lo observó con un gesto lleno de molestia.
Mientras, las mejillas de Rachel se sonrojaron, al no poder creer que su hermano estuviese últimamente comportándose como un verdadero tonto.
—Tranquilo, he estado peor… no tienes idea… —La respuesta de Alaric, aunque sonó despreocupada, logró obtener cierta curiosidad de Rachel, quien se preguntó: ¿En qué momento había llegado a estar peor?
Una pequeña corriente de celos la atravesó, al pensar que tal vez estaba hablando de Triana Ayesa.
A pesar de saber la realidad, ella aún tenía aquel sentimiento de abandono. Tal vez por ello, no se atrevía a aceptar los sentimientos de Alaric.
Muy dentro de ella estaba aquel miedo a ser dejada de lado por otra mujer, por una que ella no pudiese combatir.
—¿Verdad? ¿Peor que esto? —Las palabras de Orión, aunque divertidas, estaban cargadas de curiosidad.
Una silencios