La situación era clara.
El deseo de solo darse la vuelta e insultar al hombre con el que una vez estuvo casada invadió a Rachel, pero no lo haría.
No cuando aquello era una guerra silenciosa contra Triana Ayesa, aquella mujer que sin duda solo buscaba que ella se sintiera humillada y llena de desesperación.
Algo que no lograría, pues aunque le dolía, Rachel ya se había hecho a la idea de lo que podría llegar a suceder.
—Qué curioso… escuché de usted, señorita Triana… —La voz de Jared logró sacar de los pensamientos a Rachel, quien frunció el ceño ante las palabras de su amigo, mientras para Triana, era como si aquel le dijera palabras hermosas.
Después de todo, el hecho de que el heredero de los North llegara a saber de Triana, en su cabeza, solo significaba que la insignificancia de Destiny Rosewood no era nada comparada con su magnificencia.
—¿De verdad, señor North? Muchas gracias, el hecho de que un hombre tan importante como usted sepa de mi presencia solo causa en mí tanta felic