Rachel corrió por la casa, comenzó a abrir la puerta de todas las habitaciones, mientras sus lágrimas iniciaron a salir sin control. No paraba de gritar el nombre de su hija.
—¡Cosette…! ¡Cosette, hija! ¿Dónde estás? —Sus lágrimas no podían parar.
Observó cómo su madre subía corriendo escaleras arriba, y al ver su expresión llena de terror, supo al instante. Sin que siquiera Rachel tuviese que hablar, Mara dijo con tono igual de temeroso:
—Iniciarás a buscar por el otro lado…
Rachel asintió un poco agradecida. Ya había revisado toda la habitación de su hija, incluso los armarios, con la ilusión de que la niña estuviese escondida de ella debido a que estaba alterada.
Pero su hija no aparecía, no había el más mínimo rastro de ella, algo que la tenía aterrada.
Fue hacia la habitación de Sierra y, al entrar, pudo ver cómo Sierra se encontraba en toalla de baño y observaba a Rachel un tanto sorprendida por el estado en el que se encontraba.
—¿Tiny? ¿Qué ocurre?
—¿Cosette no ha venido conti