66. Prisionera del caos
—¿Qué pensabas, Scarlett? ¿Qué nunca me enteraría donde ibas a estar? ¿Con quién estabas? ¿Cuáles eran tus planes?
Zayda no se mueve de dónde está. Su voz oscurece cada rincón de ésta habitación. Todavía tiene las manos en sus mejillas. Un agarre fuerte. Scarlett permanece quieta en su lugar porque no hay salida ni escape. El dolor en su vientre permanece tan vívido como horas atrás. ¿O días? No sabe cuánto tiempo ha estado aquí.
—Sé que fuiste tu quien me hizo pasar siete meses en una prisión en Tirana. ¿Pensaste que no lo sabría? —la suelta—. Scarlett, ¿Qué has hecho?
Scarlett se toca las mejillas. Por más que sea Zayda la dueña de su martirio, no es lo que atrapa su mente.
Sus bebés.
Oh, Dios. ¿Dónde están sus trillizos?
—¿Sabes dónde estás? —Zayda retrocede. Se prepara para servirse un trago—. El lugar de tu castigo.
Con la mirada borrosa Scarlett observa a todas partes. Una ventana, un escritorio. Alfombra roja, paredes blancas. Una luz del mismo color. ¿Por dónde podría escapar?