Gracia no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente. Su hermanastra no se saldría con la suya. Con determinación, reunió todas las pruebas que tenía a su alcance para acusar formalmente a Lauren de plagio, y su primer paso fue acudir a la Asociación de Arte Local. Sin embargo, desde el momento en que cruzó la puerta, comenzaron los obstáculos.

—Señora, ya le dije que debe pedir una cita con el presidente. La agenda está llena hasta dentro de cuatro meses. ¿Desea que la agende? —preguntó la recepcionista con arrogancia, sin molestarse en disimular su indiferencia.

—No, gracias —respondió Gracia con tono cortante, lanzándole una mirada fulminante.

Mientras se alejaba, murmuraba entre dientes. Era evidente que en esa ciudad idolatraban a Lauren, y nadie pensaba ponérselo fácil.

A pesar de todo, no se rindió. Con la ayuda de Pandora, logró escalar el caso hasta la Asociación Nacional de Arte. Su abogada consiguió una cita con el presidente para la semana siguiente, tiempo suficiente para