Días después
Gracia temblaba de nervios en la sala de espera de la iglesia. Se miró al espejo por última vez y no podía creer lo espectacular que se veía. El vestido parecía hecho a su medida, con una horma impecable y detalles que rozaban la perfección. No podía negarlo: le gustaba lo que veía.
Era la primera vez que usaba un vestido de novia. Cuando se fugó con Fernando, apenas tenían lo necesario para vivir; la boda fue improvisada, sin lujos ni planes. Aun así, él le prometió que algún día tendrían una celebración de ensueño, con trajes elegantes y una gran fiesta.
Un nudo se le formó en la garganta al recordar las fotos de Fernando junto a Mariana en una iglesia. Volvió a observar su reflejo, y pensar que esa era la primera vez que vestía de blanco… solo que no era por amor, sino para casarse con un completo desconocido. Aquello le parecía una amarga ironía.
Se aplicó rubor en las mejillas para disimular la palidez y sonrió débilmente. No podía dejar de pensar en el matrimonio qu