Algunos días habían pasado, y el calendario marcaba una fecha especial para el matrimonio: su quinto aniversario. Gracia sonrió con nostalgia al recordar celebraciones pasadas. Fernando, en cambio, lo había olvidado por completo. Al contrario, tenía listas unas maletas.
—Gracia, Mariana no se siente bien, está bastante deprimida, así que para animarla he decidido llevarla a la playa unos días, dicen que la depresión en el embarazo es perjudicial para el desarrollo del bebé—dijo Fernando con descaro.
—Está bien, Fernando —respondió ella con calma y una indiferencia que lo desconcertó. Algo en su actitud lo descolocó, pero aun así se acercó, tomó su rostro entre las manos e intentó besarla con pasión.
—Gracias por ser tan comprensiva, mi amor. Eres la mejor esposa y futura madre del mundo. Siempre recuerda que lo hago por el bienestar del bebé —dijo él, convencido de sus propias palabras.
Gracia esbozó apenas una sonrisa en la comisura de sus labios.
—Es importante que Mariana se sienta bien —murmuró, fingiendo interés.
—Te prometo que cuando regresemos, haremos ese viaje de luna de miel que llevamos años postergando —agregó Fernando antes de besarla de nuevo. En su momento, por la falta de dinero, no habían tenido ni boda ni luna de miel.
Esta vez, ella no le devolvió el gesto. Sus promesas y sus besos falsos solo le provocaban náuseas.
—Te estaré esperando, Fernando. Espero que les vaya bien —dijo con la misma frialdad, y lo observó bajar las escaleras con las maletas en mano.
En el primer piso, Mariana lo aguardaba. Gracia bajó detrás de Fernando y, al cruzar miradas con ella, intercambiaron un silencioso entendimiento.
—Llevaré estas maletas al auto —anunció Fernando antes de salir de la mansión.
Aprovechando su ausencia, Mariana le entregó discretamente a Gracia una carpeta. Eran los papeles del divorcio, ya firmados.
—¿Realmente te iras? —preguntó Mariana, mirándola fijamente a los ojos.
Gracia solo respondió con una sonrisa amarga, dejando la pregunta flotando en el aire. Fernando regresó poco después, y juntos se marcharon. Ella se quedó un momento frente a la puerta, inmóvil, luego recorrió la casa con la mirada, y sintió cómo el corazón se le quebraba.
Había compartido tantos lugares con Fernando: pequeñas habitaciones, modestos departamentos, hasta llegar a ese gran piso, y finalmente a la mansión de sus sueños. Muchos pensaron que, siendo de una familia acomodada, no soportaría la precariedad de los inicios y lo abandonaría. Pero no fue así.
Lo que nunca imaginó fue que ahora, cuando él lo tenía todo, si lo dejaría, que ironía.
Con rabia y tristeza, fue quitando los cuadros que había pintado con amor para llenar de vida las paredes. Reunió también los floreros elegantes que una vez compró para las flores que Fernando solía regalarle. Todo lo arrojó sin remordimientos a la basura. Dejaría la mansión vacía, lista para cuando él regresara y comenzara su nueva vida con Mariana.
Inspiró profundamente, aún con el pecho consternado, y empezó a alistar su maleta. Sin pensarlo dos veces, tomó el teléfono y llamó a su padre.
—Gracia —contestó su padre con frialdad.
—Padre, puedes hablar con él. Estoy dispuesta a aceptar el matrimonio por contrato… incluso después de tanto tiempo.
Gracia bajó al primer piso. Le echó una última ojeada a todo y, aunque el corazón le dolía, no miró atrás. Estaba lista para irse al aeropuerto.
Durante el trayecto en taxi, pensó en cuánto deseaba volver a ver a su abuela, la persona que más había amado en el mundo. Desde que salió de casa, no había vuelto a saber de ella. Se quitó el anillo barato que aún llevaba en el dedo, el mismo con el que había sellado su matrimonio con Fernando, y lo guardó en un bolsillo. Pronto se casaría con un magnate por conveniencia, y con todo el peso emocional que arrastraba, ya no le parecía tan grave. ¿Qué más podía perder?
Justo cuando la azafata anunció por los altavoces que su vuelo estaba por despegar, Gracia tomó una decisión firme, bloqueó todos los contactos que la ataban a la vida que dejaba atrás, especialmente todo lo relacionado con Fernando. Puso el teléfono en modo avión y abordó el avión.