35. Solo déjame imaginar que por esta noche me perteneces
Por otro lado, Savino ya había hecho lo que Remo le pidió cuando volvió a su apartamento.
Serafina le había llenado el móvil de mensajes que él ni siquiera sabía cómo diablos escribía tan rápido. Ah, y ni qué decir de los benditos emojis. ¿Qué diablos significaba una bandera roja?
Abrió la puerta y su corazón se detuvo cuando vio todo el humo en el interior.
¿Qué carajos?
— ¿Nina? — llamó, frunciendo el ceño.
— ¡Aquiii! ¡Aquiiii! ¡En la cocina!
Corrió a buscarla, preocupado. Y tuvo que ventear el humo para poder encontrarla.
La descubrió tratando de sacar todo el humo de la cocina, pero sin un solo rasguño encima. Suspiró aliviado.
— ¿Qué pasó aquí?
— Pues tenía hambre y quise hacerme algo, pero comenzó a salir humo por todos lados.
Savino rio al ver un huevo quemado en el sartén y un trozo de pizza que había congelado en otro.
— Deja eso y sal de la cocina, vamos. Yo me encargo.
Veinte minutos después, ya el humo se había ido y lo había limpiado todo. Cuando salió, Serafin