50. COMPARTIR LA CAMA

Capítulo cincuenta: Compartir la cama

La suite de los Robinson tenía el lujo que podía esperarse en un hotel de primera clase. Mientras los hombres hablaban de negocios, Teresa se puso a charlar con Cecil, que resultó ser una compañera divertida y estimulante.

A medida que fue transcurriendo el tiempo, las dos mujeres descubrieron que tenían muchos intereses en común. Compartían gustos en la música y el teatro. Ambas tenían un especial talento creativo para la cocina.

En ese momento, Teresa vio que Angelo usaba el teléfono, mientras seguía charlando con Cecil. Cuando colgó, la llamó a su lado con suavidad.

—¿Sí, querido? —respondió Teresa. No se dio cuenta de que lo había llamado de esa manera hasta que vio que él levantaba una ceja, sorprendido. Relajada y feliz, como si estuviera viviendo en un sueño, permitió que sus defensas se derrumbaran. No podía disculparse por haber empleado esa palabra. Intentó disimular su preocupación y lo miró a los ojos.

—Me temo que no me di cuenta de l
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