OLIVIA.
Necesitaba estar sola.
Visité a mi madre, corroborando su salud, ayudándola un poco, ya que su amiga se encargaba de unos asuntos personales.
Me alegró mucho verla mejor y que estuviese en contacto con su médico de cabecera, felicitando una vez más al Seguro por permitir que nuestra salud estuviese bien cuidada.
Mamá notó que algo pasaba y le recordé que me mudaría. Ya se lo había contado, pero no con detalles.
Ella no lo vio extraño, sin embargo, me dio algunos consejos que hablaban sobre seguridad y pruebas a mí misma. Entre todas las cosas que me dijo, me gustó una en particular: "no tienes nada que perder, querida hija". Ella era obtimista y creía que las oportunidades se dan justo en la juventud. Si estaba enamorada y ese hombre era el indicado, ¿por qué ir despacio y con tantas dudas?
Me abrí un poco a ella, solo un poco, mencionándole parcialmente la forma en la que nuestra relación comenzó.
No le mencioné los puntos engorrosos ni demasiado privados, pero sí le di a