CARLOS.
Llevaba la cena en bolsas, mi maleta de ruedas en otra y maniobraba con las llaves. Saludé al conserje y subí.
Abrí la puerta esperando ver a Olivia, pero no me esperé que fuese así.
Sí, le pedí que se desnudara, pero el que te obedezcan al pie de la letra y más allá es demasiada impresión.
Ella se encontraba de espaldas a mí usando unos malévolos tacones negros. Nada más.
Su cabello iba suelto y al girarse hacia mí, su monte de venus totalmente depilado y su rostro salvaje casi hace que se me explote el pantalón.
Tranquilamente (fingiendo sentir eso), acomodé todo en el suelo de la entrada y caminé hasta ella.
Llevaba las manos detrás de la parte baja de su espalda y con las mismas, se sostenía contra el vidrio.
La terraza había sido re aperturada, acomodada y esa construcción sirvió perfecto para generar luz alrededor de esa hembra que me esperaba.
Suspiré profundo. Olía exquisito ella, toda ella.
—Quédate así. —Supe que mi mandato se cumpliría a la perfección.
Llevé la comi