Capítulo 3; La decisión de cambiar su vida.

Eloise estaba furiosa, al revisar su cuenta en común y descubrir que su esposo había acabando con la mayoría de los ahorros, las cuentas registraban la compra de algunos vestidos, zapatos, y joyas, todo por precios exhorbitantes.

Era obvio que su propuesta de tener un matrimonio no convencional era para justificar, no su deseo de estar con alguien más, sino intentar tapar el hecho de que ya tenía una amante.

¡Por Dios, desde cuándo le veía la cara de tonta!

¡Era una idiota, Jonas tenía a otra!

Y no solo le indignaba el hecho de que la engañara, también le indignaba saber que por años, se privó de compras, de salidas, con la intensión de ahorrar todo lo posible, y Jonas no había dudado en gastar todo el dinero con otra mujer, porque esas joyas, esos zapatos, esos costosos vestidos y cenas en restaurantes de lujos no habían sido con ella.

—¡Idiota Eloise, eres una idiota!— se dijo frustrada, mientras las lágrimas bañaban sus mejillas.

Lloró de frustración, por años se había dedicado a reducir los gastos en todo lo posible para poder ahorrar, según Jonas, esos ahorros servirían para sus futuras vacaciones o por si querían hacer alguna inversión.

Tomándo la tarjeta decidió que aquel sería el día en que le daría una lección a Jonas. Pasó el resto de la mañana caminando por elegantes tiendas en busca de un atuendo que le diera una imágen provocativa y sensual, a pesar de tener muchos vestidos guardados, que ya no usaba, decidió que compraría prendas nuevas. Retiraría efectivo, compraría un lindo bolso, unos zapatos a juego, iría al spa, a la peluquería y a hacerse el manicure, recuperaría su imágen atractiva para poder sentirse bien consigo misma, y para vengarse del desalmado de su esposo.

Cuando comenzaba a caer la tarde, se miró frente al espejo y sonrió a la imágen, su largo y oscuro cabello, negro como el azabache parecía brillar con esplendor, sus preciosos ojos grises también brillaban, su curvilíneo cuerpo estaba enfundado en un hermoso vestido rojo, zapatos de tacón alto, color negro, y un elegante y bonito bolso. Su maquillaje consistía en ojos delineados que resaltaba su mirada gris, mucha pestañina y labios suaves para el buen contraste, su gris mirada era la protagonista de la noche, sus uñas preciosas.

Volvió a sonreír, por fin, después de tantos años volvía a sentirse bonita, volvía a mirarse en el espejo y reconocer a la chica que había sido, la imágen en el espejo demostraba una mujer elegante, sexy, segura de si misma, deseable, tal y como quería verse. Su celular timbró y se percató de que era su esposo.

—Hola. — respondió cortante.

—Cariño, llamaba para decirte que saldré más tarde de la oficina y luego iré a beber una copa... con una amiga.

"Amiga"

Ahora resulta que a las amantes se les llamaba "Amigas", con el sabor de la venganza, acariciando satisfactoriamente sus pupilas gustativas, le dijo;

—No me interesa lo que hagas con tus amiguitas, Jonas — y dicho aquello le cortó la comunicación.

Aquella noche sería para ella, para recordar la sensación de sentirse deseada.

Escogió un bar, elegante, bonito, parecía lujoso y eso le encantó, hacía mucho que no se daba un lujo como aquel. Pagó el taxi y bajó, decidida a divertirse, y no se refería necesariamente a tener sexo, sino a disfrutar de la sensación de libertad. Entró al bar con pie firme y decidido, y poco tardó en sentir las muchas mirada sobre ella, fue directa a la barra donde se sentó con elegancia.

—Hola— saludó al bartender con una enorme sonrisa.

—Hola, guapa. ¿Qué quieres tomar?

—Un martini— sonrió. El joven asintió y poco después dejaba la delicada copa frente a ella, la tomó y de inmediato la llevó a sus labios, hacía mucho, mucho tiempo que no salía por un trago, no se divertía, que tonta había sido, quedándose en casa, viviendo única y exclusivamente para Jordan. ¡Qué horror!, ¡Qué idiota!, era una verdadera tonta, y todo para que el no valorará su amor, su esfuerzo, su dedicación. Pero se había acabado, la tonta Eloise había muerto, todo aquello cambiaría, esa misma noche porque Eloise, estaba decidiendo hoy tomar las riendas de su vida.

—Hola...— le saludó un hombre llegando hasta ella, le dedicó una enorme sonrisa— ¿Esperas a alguien?— Eloise sonrió.

—Solo vine por una copa, no me interesa compañía hoy.— él sintió como si le hubiese dado una bofetada, se sintió terriblemente avergonzado.

—Tu te lo pierdes— dijo con dignidad, antes de marcharse.

—Hay muchos ojos sobre ti, está noche, huelen la carne fresca— le dijo el bartender con una sonrisa. — todos parecen buscar una oportunidad para acercarse.

—Así parece— le sonrió. Luego se acercó un moreno, al que despachó, luego un rubio de ojos azules... la sensación de ser deseada y anhelada le devolvía la confianza que había perdido con los años, indudablemente sentía el poder femenino viajando por sus venas.

—Demasiado hermosa para estar sola— le dijo un hombre joven, alto, de cabello rojizo e intensos ojos verdes, ella sonrió.

—En ocasiones las mujeres salimos solas por una bebida.

—¿Qué tal un poco de compañía?— le regaló una encantadora sonrisa.

—Quizás en otra oportunidad...—sonó su celular y ella lo miró disculpándose — debo contestar— el hombre se encogió de hombros y se alejó.

Observó que era Jonas y aquello le hizo cambiar su semblante, estaba furiosa y no podía ocultarlo.

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Leonardo Pocaterra, la observó detenidamente, era una pelinegra preciosa, su cuerpo envuelto en esa sedosa prenda, la forma elegante en la que se sentaba, o el hecho de que hubiese pedido un martini... él había puesto la mirada en aquella mujer desde el momento en el que entró al lujoso bar de su propiedad y se sentó a la barra, ella precía estar sola y enojada, y se había percatado que se dió a la tarea de despachar a algunos hombres que se habían acercado a ella con claras intenciones, posiblemente esperaría a alguien más y por eso se negaba a un par de minutos con alguien más.

Lo curioso resultaba en el hecho de que lla noche avanzaba y ella seguía allí, sola... Decidió acercarse, con un poco de suerte sería el ganador de la noche.

****************

Eloise, miró la pantalla del celular y respondió enojada.

—¿Que quieres, Jonas?

—Cariño, últimamente te cargas un humor de los mil demonios, solo llamaba para decirte... decirte... que...— Eloise se sintió aún más enojada cuando escuchó los gemidos— llegaré tarde.

—Jonas, ¿ de nuevo te estás follando a esa perra?, al menos evita llamarme cuando estés entre sus piernas gimiendo, maldit* malnacido— cortó la comunicación enojada, iracunda, arrojó su celular hacía el bolso.

—Buenas noches...— le saludó Leonardo.

—Sé lo que quieres, ahorrémonos la conversación y el coqueteo innecesario, ¿Tienes protección? — aquella respuesta le había sorprendido enormemente, la mujer había ido directo al grano, y ahora frente a ella observaba que era aún más hermosa de lo que podía apreciarse a distancia y con tenue iluminación, su rostro era precioso, su mirada gris estaba cargada de furia, sin embargo notó que preciosos ojos se cargaba esa mujer, y se imaginó cuan hermosos se verían reflejando lujuria y deseo. Sus palabras lo sorprendieron y su rostro se iluminó con la sonrisa de un lobo hambriento.

—¿Así, sin más?

—Te seré sincera, estoy enojada y frustrada, hirviendo en odio y deseos de venganzas, quiero una noche de sexo que no olvide jamás, ¿Me lo darás o busco a otro?— él sonrió.

—No debes buscar— sonrió— soy el hombre indicado.

—Entonces sácame de aquí.

—Tus deseos son órdenes, preciosa — Leonardo se giró al bartender— su cuenta, a mi nombre.

—Si, señor— respondió el jóven asintiendo.

—¿Vamos?— Eloise asintió y bajó del asiento, permitiéndole que colocara su mano en su espalda baja, para guiarla y salir del bar.

El descaro de su esposo la había arrojado a los brazos de aquel hombre y como venganza, pensaba disfrutarlo.

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