Capítulo 4; En la habitación de un extraño.

Eloise salió del bar en compañía de Leonardo, caminaron juntos hasta subir a un elegante auto, ella frunció un poco el ceño, no era el auto del común promedio.

Pensó en que ni siquiera sabía el nombre del hombre, y acababan de salir juntos del bar y estaba por subirse a su auto e irse con él, lo ideal para aparecer en las noticias del día siguientes, era obvio que todo lo que estaba haciendo estaba mal, irse de un bar con un hombre que no era su marido, pero la ira la cegaba y era la furia la que dirigia sus acciones. 

Subió al auto con ayuda de él, y luego el hombre subió tomándo el lugar del conductor.

—¿Me dirás tu nombre, preciosa?— su profunda voz varonil inundó sus oídos.

—Eloise...—le respondió tranquilamente.

—¿Sin apellido?— preguntó sonriendo.

—Sin apellido, por ahora. ¿Cuál es tu nombre?

—Leonardo— sonrió, y Eloise pensó que aquel hombre parecía una pantera, con un aura de poder, parecía depredador al acecho, era un hombre muy atractivo, muy alto, de profundos ojos oscuros, cabello azabache, una elegante barba, no muy frondosa, lo justo para ser atractiva podía apreciar que tenía manos fuertes, vestía jeans negros ajustados que demostraban piernas torneadas y poderosas, una camisa negra elegante, con los tres primeros botones libres, lo cual le daba una apariencia relajada y refrescante, allí se podía apreciar un pecho fuerte, tenía la piel bronceada... en otras circunstancias era el hombre perfecto, el ideal, que le alocaría las hormonas a cualquiera, lo peor es que ni siquiera se había fijado en su apariencia hasta aquel momento y eso le demostraba que no estaba llevando sus acciones con el raciocinio .

Bueno Jonas, punto a mi favor, me comeré un bombón esta noche.

Luchaba contra su deseo de cohibirse, no, no lo haría, por supuesto que no, tenía diez años durmiendo con el mismo hombre, pero aquella tarde había recuperado su seguridad en si misma, claro que podía hacer aquello y no quería dar la apariencia de una ama de casa nerviosa, ante un poderoso hombre, no, no era eso lo que quería.

No, quería aparentar ser una mujer de mundo, sofisticada y que sabe lo que quiere.

—Estás muy callada— le dijo él mientras el auto avanzaba por las oscuras calles de la ciudad— si quieres arrepentirte...

—No, por supuesto que no, ésta noche quiero estar entre tus brazos. — él sonrió por sus palabras, la había dicho sin titubear, sin temblar, sin intimidarse y eso le decía que si estaba segura de lo que estaba por suceder.

—Me resulta... inquietante todo ésto, dijiste que quieres vengarte de alguien con una noche alocada, ¿algún traidor novio infiel?

—No, no es el caso, pero prefiero que no hablemos de mis motivos, ni de por qué estamos aquí. Hablemos de lo importante, estoy sana, limpia completamente, me hago exámenes regulares y todo está en orden, aunque prefiero que usemos protección, me daría más seguridad. 

—Por supuesto, yo también estoy limpio, la salud es lo primero. ¿Cuántos años tienes, Eloise sin apellido?— preguntó sonriendo, ella lo miró un minuto en silencio.

—Veintiocho. ¿Y tú?— preguntó con curiosidad, mirandolo con curiosidad.

—Treinta y cinco. ¿Representa un problema?— preguntó con curiosidad.

—No, me agrada que haya diferencia de edad. Espero tengas la suficiente experiencia para mostrarme un par de trucos que desconozca.— sonrió evitando la timidez. 

—¿Intentas decirme que no tienes experiencia?— entrecerró los ojos y la miró con preocupación, si ella jamás había estado con alguien eso si representaba un problema para él, vivía bajo sus propias reglas, y la primera de ellas era nada de vírgenes, ya que desarrollaban apego emocional tras su primer encuentro y realmente no estaba dispuesto a lidiar con chicas enamoradas.

—No, obviamente la tengo, no soy ninguna virgen inocente, pero hace mucho que solo dormía con un hombre, un solo hombre en muchos, muchos años— Leonardo sonrió.

—No te preocupes, preciosa. Te prometo que la pasaremos increíble.

—Eso es lo que quiero, una noche que no olvide nunca.

—La tendrás— le aseguró, acelerando.

Eloise no podía creerlo cuando ingresó acompañada de aquel hombre a aquel lujoso hotel cinco estrellas, le pidió esperar un poco mientras solicitaba la habitación, ella asintió, un poco alejada, observó con discimulo todo, que irónico, jamás hubiese podido entrar a un lugar como aquel en compañía de Jones, aunque era un trabajador con buen salario, en una de las grandes empresas de la ciudad, aquella habitación era un lujo que no podrían darse. Observó nuevamente a Leonardo, y debía reconocer que el hombre era extremadamente sexy, lo que hubiese llamado en la universidad; un hombre ardiente.

Todo su cuerpo, y su gran estatura privilegiada gritaba; Poder.

Lo vió acercarse a ella con la llave de la habitación.

—Todo listo, preciosa.

—Bien— le sonrió, y caminaron directo al ascensor, el corazón de Eloise golpeaba con fuerza dentro de su pecho, mientras el ascensor, marcaba los pisos en ascenso, y Leonardo mantenía su mano en su espalda baja, ella temblaba internamente, ante lo que estaba por suceder.

Realmente deseaba estar a la altura para él, diez años haciendo el amor solo con Jones, y haber tenido un solo amantes antes de su esposo, la ponía quizás en una clara desventaja. Su primera vez había sido desastrosa, la verdad había disfrutado muy poco, y mayor al placer, había sido el dolor y la incomodidad, lo cual atribuyó al desespero y poca experiencia del que fuera su chico en aquel entonces, dos adolescentes sin experiencia intentando entregarse al amor.

Con Jonas, todo había sido distinto; atento, delicado, experimentado y dedicado a otorgarle primeramente a ella el placer para luego salir en busca del suyo. La experiencia con Leonardo, seguramente sería agradable, al menos esperaba disfrutarlo y poder restregarle a la cara a Jonas que ella también era deseable para otros.

El ascensor se abrió en el último piso, él se dirigió a la puerta, la cual abrió y la instó a entrar. Sin dudarlo, para no tener tiempo a arrepentimientos, ingresó al lugar. Si el lobby del hotel le había parecido hermoso, la habitación era de ensueño, destilaba lujo, elegancia, y alto costo.

Allí estaba ella, en la habitación de un extraño.

—Es una habitación preciosa— dijo ella caminando para recorrerla, y arrojando su bolso en un sofá.

—Lo es, y es nuestra por esta noche— le sonrió ampliamente.

—Eso me agrada— lo miró directamente a los ojos.

—¡Santo Dios, que ojos tan bellos tienes, Eloise sin apellido!— sonrió suavemente — ¡Qué preciosos ojos grises, me tienen embrujado!— se acercó a ella, acariciando suavemente el mentón, Eloise se estremeció— eres una mujer de lo más deseable.

Hermosa, preciosa, deseable, si, así era como quería sentirse.

—Gracias— y dicho aquello el hombre se inclinó sobre ella para reclamar su boca.

Eloise, tembló internamente al sentir como la estrechaba contra él, para profundizar el hambriento beso, arrancándole inevitablemente un pequeño gemido de sorpresa. La boca del hombre era ardiente, de labios medianamente gruesos y esa boca sabía muy bien. Se aferró a sus hombros para devolverle el beso con la misma intensidad.

Leonardo, profundizó el beso, disfrutando del sabor de aquella boca femenina, hipnotizado por las curvas de su apetitoso cuerpo estrechado contra el suyo, la forma en la que enredaba la lengua con la suya, la manera en la que emulaba sus movimientos para igual su deseo.

Sintió satisfacción porque aquella noche prometía ser increíble.

Leonardo, cortó el beso para separarse un poco de ella...

—Estoy deseando continuar, sin embargo, debo preguntar antes... ¿Qué te gusta?

—Básicamente me gusta todo lo que he probado hasta ahora. —dijo con sinceridad— lo cual ha sido bueno, pero bastante normal, no sé si acaso tengas gustos extraños, exhuberantes o exóticos— él sonrió.

—Bien, me agrada, está noche quiero complacerte, Eloise.— sonrió malicioso.— ahora... veamos todo lo que escondes bajo ese bonito vestido...

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