CAPÍTULO 20. Mitades en conflicto
CAPÍTULO 20. Mitades en conflicto
Henry apretó los puños, bajó la cabeza y respiró hondo. Cada palabra de Rebecca era como una bofetada, un recordatorio de que había sido un ciego voluntario, un hombre dispuesto a tragarse las mentiras para mantener la verdad en la que tanto insistía.
—Yo… —intentó hablar, pero la voz se le atoró en la garganta.
Ella dio un paso hacia él, mirándolo fijamente, con la frente en alto y los ojos encendidos como fuego. Henry jamás la había visto así. Siempre había sido la chica coqueta y dulce que buscaba cruzarse con él mientras trabaajba con su padre, y luego la esposa odiada y sumisa que siempre lo esperaba en una casa a la que él nunca quería volver… y resultaba que ahora que ella no estaba, él tampoco quería volver. Pero jamás había conocido a la Rebecca desafiante, indiferente, feroz.
—Es simple —dijo ella despacio y cada palabra era como una daga—: Apostamos a que pierdes o te vas sin anda. Me entregas los siete millones o tu hijo nace en la cárcel.