KIERAN:
Vi a Ragnar acercarse a nosotros con paso firme y detenerse del otro lado de la barrera, su rostro endurecido como siempre, aunque sus ojos revelaban una chispa de entusiasmo poco común en él. Ragnar no era alguien que se emocionara con facilidad, así que lo que fuera que traía debía ser importante.
Claris soltó mi mano y se giró ligeramente hacia él, pero sin romper la conexión que tenía conmigo. Conocía bien ese gesto; incluso cuando el peso de la responsabilidad reposaba sobre sus hombros, siempre trataba de mantener a la manada unida, de no perder nuestra conexión. —Ragnar, dime. ¿Qué descubriste? —le pregunté, cruzando los brazos frente a mi pecho. Mi tono fue firme, aunque en mi interior me urgía saber más. El hombre se inclinó apenas, con reverencia. A pesar de su habitual seriedad, era obv