KIERAN:
Ragnar asintió y se retiró con sus hombres. Me detuve un momento, sintiendo la energía de mi territorio vibrar bajo mis pies. El vínculo con mi manada me permitía sentir su miedo, su rabia, pero sobre todo su lealtad. Sarah había cruzado una línea que no tenía retorno.
—Claris, Clara —llamé mentalmente a las gemelas—. Necesito que se mantengan a nuestro lado. Los lobos del norte no saben con quién se han metido —gruñí, dejando que mi lobo emergiera. Me transformé en mi forma más letal, Atka. El Alfa de Alfas estaba a punto de demostrar por qué ostentaba ese título. El aire en los límites era denso, alimentado por el caos que Sarah había traído consigo. Cada paso que daba sentía su presencia: familiar, pero distorsionada, una parte rota que alguna vez fue íntima y valiosa para