KIERAN:
Estábamos extenuados. Habíamos logrado vencer a ese ser que había entrado en ellos y, lo más importante, habíamos cortado los vínculos creados en ellos. Pero mi instinto me decía que no había terminado. Regresamos todos a la casa. Todo lo que sucedía en ésta época era nuevo. El ataque ahora era contra mis hombres, utilizando a sus parejas destinadas. Mis instintos me decían que faltaba un ataque más: a mí.
Al llegar al despacho, me senté junto a todos, que guardaban silencio a la espera de que dijera qué debían hacer. —Iselda, dale el control a Elena; necesitamos que nos diga todo lo que hizo en esta vida —ordené de inmediato, sin dejar de mirar a mi Luna. Iselda vaciló por un largo instante antes de asentir con la cabeza, cerrando los ojos lentamente. Los hombros de Iselda comenzaron a rel