CLARIS:
Quise preguntar más, pero la puerta del vestíbulo se abrió, y Kieran apareció. Se detuvo al vernos; nuestras miradas se cruzaron, y mi corazón latió más rápido al notar que me miraba fijamente.
—¿Todo bien, señorita Claris? —preguntó, sentándose a mi lado. Mi boca se abrió para responder, pero ninguna palabra coherente salió. Él sonrió levemente con esa sonrisa que ponía a prueba toda mi determinación por lucir tranquila.—Coma, necesita descansar. Mañana será un día largo —añadió, mientras le pedía a Elmira que le sirviera. Lo miré sin dejar de comer, mientras me preguntaba cómo era posible que un hombre, a quien apenas conocía, lograra invadir cada rincón de mi mente, incluso hacerme venir a vivir con él.<