GAEL:
Yo era el doctor de la manada, un omega que resultó ser la pareja destinada de la alfa poderosa llamada Sarah, eternamente enamorada de mi único primo. La miraba, atónito, en el consultorio, sin poder creer lo que me pedía, esperando que, como siempre, cediera por el miedo al rechazo.
—Tienes que embarazar a esa humana que le gusta a tu primo con los embriones míos y de él —decía, como si fuera algo sencillo—. Para eso te ayudé a que te mandaran a estudiar lo de las inseminaciones de humanos y te compré todo el equipo necesario.—Kieran nunca me dará su esperma para eso —contesté de inmediato, sin querer engañar a mi primo—. Ya se lo he pedido muchas veces y se niega. Además, esa humana es abogada, nada tonta.El consultorio parecía cerrarse sobre nosotros, llenándome de una sensación claustrofóbica, coKIERAN:Mis pensamientos estaban en caos mientras observaba a Sarah alejarse con su orgullo herido. Su naturaleza obstinada y peligrosa era preocupante, no solo para Gael, sino para toda la manada. Sabía que tendría que ser cauteloso, pero también firme en proteger a mi primo y a mi gente de sus intrigas. Después de hacer el amor con Claris hasta el cansancio, ella se había dormido, pero yo no podía. Por eso me dediqué a recorrer la manada, asegurándome de que todos estuvieran obedeciendo mis órdenes.—Fenris, ¿cuántos has enviado ya para la reserva de la ciudad? —pregunté, viendo cómo acomodaba otra camada de lobos en mi helicóptero. —Este es el cuarto, y con tres más terminamos. Los demás nos iremos en auto, como ordenaste, convertidos en humanos con las abogadas —se detuvo un momento antes de preguntar—: &iques
ALEH:Miraba a mi hija Chandra con incredulidad y furia. Le había ordenado expresamente que no se quedara en la manada de Theron, pero, me había desobedecido. Y ahora, una vez más, el Alfa de Alfas, después de hacerme bajar la cabeza ante él delante de las humanas, había vuelto a desaparecer. —¿Qué quieres decir con que desaparecieron todos? —rugí furioso—. ¿Qué demonios hiciste ayer para que tomara esa drástica medida? —No hice nada, papá. Solo quería ver qué tipo de relación tenía él con la humana Claris —respondió sin sostener mi mirada. La conocía demasiado bien. De mis tres hijos, ella, era la que había heredado toda mi astucia. Pero era muy egoísta y no miraba por el bien de todos, solo por el suyo. Creía que no sabía todo lo que hac&
KIERAN:Salí del consultorio de mi primo, quien ya había comenzado a enviar a los demás trabajadores a cargar todo lo necesario en los camiones. Mientras lo hacía, iba inmerso en mis pensamientos, recordando el pasado-futuro. ¿Acaso las brujas y el terrible Crimsonox habían viajado con nosotros en el tiempo? ¿O habían utilizado los poderes robados a la Loba Lunar Mística para tener visiones de lo que sucedía en este tiempo y, de alguna manera, avisar a sus versiones pasadas?—Mi Alfa —me interrumpió mi gamma, Rafe—. Creo que encontré dónde tienen a los guerreros desaparecidos. —¿Dónde? —gruñí, los músculos tensándose bajo mi piel—. Llévame allá ahora mismo. No dejaré a nadie atrás. La transformación me atravesó como un relámpago. Pel
ALFA KIERAN THERON:El olor me golpeó como una descarga eléctrica, enviando escalofríos por mi columna vertebral. Mi piel se erizó al reconocerlo: era mi propia esencia, pero más dulce, más intensa, entrelazada con algo más que no podía identificar. Imposible. Esto solo ocurría cuando... ¡No! Después de cientos de años esperando, ¿por qué ahora? Mis músculos se tensaron por instinto y, antes de poder procesarlo conscientemente, ya estaba corriendo. El aroma me guió más allá de los límites de la manada, hacia una vieja casa de piedra y madera en las afueras del pueblo. El edificio, rodeado de pinos centenarios, había sido ocupado recientemente por tres humanas. Podía oler sus esencias entremezcladas con el aroma a pintura fresca y cajas de cartón. Mi lobo Atka se agitaba en mi interior, desesperado por irrumpir en la casa, pero tres siglos de control me mantuvieron anclado al suelo. No podía simplemente entrar y asustar a los humanos. ¿Cómo era posible que mi esencia estuviera allí?
CLARIS: Las náuseas me asaltaron de nuevo mientras organizaba los documentos en mi escritorio. Era la tercera vez en la mañana y ya no podía disimular. Corrí hacia el baño, sintiendo la penetrante mirada de mi jefe siguiendo cada uno de mis movimientos. Al pasar junto a él, pude ver cómo arrugaba su nariz con ese gesto de disgusto que tanto lo caracterizaba.Después de tres meses trabajando en este pueblo perdido, conocía bien esa expresión. El señor Kieran Thorne, un hombre huraño de rutinas y cualquier alteración lo perturbaba visiblemente.—Necesito salir temprano hoy —anuncié cuando regresé, limpiándome discretamente el sudor de mi frente—. Tengo una cita médica. Él apenas levantó la vista de sus papeles, pero pude notar cómo sus hombros se tensaban. Después de un silencio que pareció eterno, asintió secamente. Caminé presurosa mirando mi reloj con miedo de demorarme demasiado. Mientras esperaba, suspiré pensando en que no era tiempo para enfermarme ahora. Mi madre y mi pobre h
KIERAN THORNE:Observé cómo mi asistente tomaba sus cosas y se alejaba rumbo a su vieja camioneta. La contemplé desde mi ventana, admirando su extraordinaria belleza y el aura de vitalidad que emanaba. Mi lobo Atka gruñía en mi interior, todavía sin querer aceptar que esa humana hubiera rechazado nuestro ofrecimiento de llevarla a su casa. Soy el Alfa, nadie me rechaza jamás. Pero había algo en ella que me inquietaba. Mientras su destartalado vehículo se alejaba, hice una nota mental: debía proporcionarle un auto mejor y más seguro.El sonido de la puerta interrumpió mis pensamientos. Me giré después de dar una última mirada a la camioneta que desaparecía en la distancia.—Mi Alfa, tu primo Gael está afuera, bastante alterado —informó Fenris, mi Beta, con expresión preocupada—. Me pidió estar presente en lo que describe como una reunión de la más alta importancia y confidencialidad. ¿Tienes idea de qué se trata?—Hazlo pasar y cierra la puerta —respondí, dejándome caer en el sillón tr
CLARIS:Salí de la oficina casi corriendo, no sé. Había algo en la mirada de mi jefe que me hizo temer. Ahora entendía porque nadie quería trabajar con él y como muchas mujeres antes de mí habían renunciado a ese puesto. Kieran Thorne era, sin duda, un hombre extraordinariamente atractivo, el tipo de ejemplar que raramente se encuentra en la vida. Alto, probablemente rozando el metro noventa, con un físico que parecía esculpido por los dioses: hombros anchos, cintura estrecha y músculos definidos que se marcaban incluso bajo sus impecables trajes de diseñador. Su rostro lo enmarcaba una mandíbula fuerte y definida, labios carnosos que rara vez sonreían, y una nariz recta que le daba un aire aristocrático. El cabello negro que llebaba siempre perfectamente peinado hacia atrás, dejaba al descubierto una frente amplia y unas cejas expresivas que acentuaban la intensidad de su mirada. Pero eran sus ojos los que verdaderamente me perturbaban. De un gris acerado que parecía cambiar de to
KIERAN:Me había quedado en mi despacho después de que mi Beta y mi primo se retiraran sin que hubiéramos llegado a un acuerdo. La voz de mi lobo Atka me sacó de mis enmarañados pensamientos cuando intentaba encontrar una solución.—Kieran, creo que nuestra humana tiene problemas —me sorprendió escucharle referirse así a ella.—¿Nuestra? Atka, sé que quizás llegue a ser la madre subrogada de nuestros cachorros, pero eso no la hace nuestra —aclaré mientras me ponía de pie. A pesar de no tener ningún vínculo establecido con Claris, podía sentir su miedo con una intensidad desconcertante. —Vamos a ver qué le sucede, y sobre todo, averigüemos de quién es ese aullido que estoy escuchando.Salí del edificio con paso firme, ignorando las miradas curiosas de mis empleados. El aroma del miedo de Claris era cada vez más fuerte, mezclado con algo más... La preocupación se instaló en mi pecho mientras aceleraba el paso hacia mi automóvil.—Es débil, está asustada y necesita protección —insistió A