KIERAN:
Todo era muy confuso en este orfanato en medio de la selva. Pregunté por los cuidadores y me dijeron que eran dos mujeres que habían muerto tratando de sacar a los niños del fuego; no había nadie más. Luego miré a mi Beta, Fenris, que todavía esperaba por mi respuesta.
—¿Por qué me lo preguntas si sabes la respuesta? —dije, sintiéndome de pronto muy cansado y molesto—. Los llevaremos a la manada; los brujos sabrán qué hacer con ellos y nos dirán si son reales o si son como los demonios que acabamos de ver hace un rato. Fenris asintió y comenzó a organizar todo junto a Rafe. Quería salir de allí cuanto antes; estaba seguro de que nos estaban vigilando. Cada poro de mi piel me lo advertía. Tomé mi teléfono, asombrado de que funcionara en medio de aquella espesa selva.