SARAH:
No sabía qué pasaba en los últimos tiempos con el alfa Kieran; me había ido sacando de su vida poco a poco, sin que yo supiera el motivo. Gael asegura que no le ha dicho que somos parejas destinadas. Entonces, no entiendo qué sucede. El beta Fenris asegura que no sabe nada, solo que el alfa le prohibió que lo ayudara en los asuntos de la manada. Ha sucedido algo que debo averiguar. He trabajado demasiado para convertirme en su Luna y, ahora, cuando creía que casi lo lograba, me ha sacado de su vida.
—¿Averiguaste algo? ¿Viste con quién salió hoy? —pregunté a uno de los espías que había puesto a seguir a Kieran.—Sí, el alfa salió con una abogada, iba solo. Fenris y Rafe también salieron por su parte con otras —dijo en un susurro—. Ellos regresaron con sus compañeras y las ubicaron en las residencias en lasCLARIS:Reía en brazos de Kieran, quien había resultado ser una compañía inigualable. No quedaba de él nada del hombre que entró en la sala de conferencias y que parecía odiar a todos en la primera ocasión en que lo vi. En su lugar, tenía ante mí a un hombre capaz de adivinar cada uno de mis deseos más íntimos y de complacerme. Eso me llevaba a querer desearlo más y más, despertando en mí los instintos más primitivos y haciéndome sentir amada. Éramos dos desconocidos que parecían haber vivido toda una vida conectados por algo que iba más allá de nuestro entendimiento. A través de su mirada, podía ver que le había impresionado y que, en verdad, le gustaba como mujer; lo único que me molestaba era su actitud posesiva. El tiempo transcurrió como un suspiro mientras nos perdíamos en nuestra burbuja, alejados de las preocupaciones del mundo exterior. Kieran, con su mirada intensa y cautivadora, parecía entender cada uno de mis pensamientos incluso antes de que pudiera ar
KIERAN: Podía escuchar cómo el corazón de Claris latía con fuerza, emulando el tamborileo de un presagio que aún no lograba descifrar. Exploraba con la mirada cada sombra que la luz de la luna proyectaba sobre el suelo. Mis movimientos, calculados, mantenían la gracia sobrenatural de mi lobo, Kian, que escudriñaba con sus ojos la naturaleza que nos rodeaba. De pronto la vimos: era Sarah, escondida entre los lirios fuera de la ventana, y gruñí de manera amenazante. Sentimos a Claris saltar asustada al escuchar el alboroto de la loba al escapar, al ser descubierta por mí. Ella se había acercado y había visto cómo la sombra de un lobo se perdía entre los lirios del jardín. —¿Qué fue eso? —preguntó, abrazándome con fuerza—. ¿Los lobos que mencionaste llegan hasta aquí?
EL BETA: El ruido en el sendero hizo que levantara la cabeza; mi lobo, Magnus, me advirtió de inmediato sobre la intrusa. Dejé que tomara el control y corrimos entre la maleza, sólo para encontrarnos con Roan, el lobo de Rafe. —¿Pudiste ver quién era? —pregunté en cuanto lo vi. —Era Sarah. Estaba vigilando la casa del alfa —contestó, transformándose en humano sin dejar de mirar hacia la casa de los lirios—. No sé por qué Kieran ha comenzado a desconfiar de ella, pero creo que también debemos hacerlo. No es la primera vez que la encuentro espiando y observando a todos. Guardé silencio y recuperé mi forma humana. Sarah no era una desconocida; se había criado con nosotros y prácticamente era una hija adoptiva de los alfas, los padres de Kieran. Sin embargo, desde que el alfa había come
CLARIS:Miré a Kieran con alegría al escuchar que venían mis hermanas, levantándome de un salto. Estábamos tumbados en la alfombra frente a la chimenea, algo que había notado que le gustaba mucho a él. Prefería el suelo a la mullida cama o a los amplios sillones. Para ser honesta, a mí también me agradaba que no se comportara como el perfecto caballero que oculta sus costumbres para complacerme. Todo lo contrario; me las mostraba y dejaba que decidiera si me gustaban o no.Corrí a la ventana para ver si ya venían, pero solo encontré la noche extendiéndose como un velo de misterio. La luz de la luna envolvía todo y proyectaba sombras alargadas que me confundían.—¿Quedan muy lejos sus casas? —pregunté, mirando a Kieran, que me observaba con curiosidad.—No, te las enseñé ayer. Vamos a darnos un
KIERAN:No podía ser una coincidencia; en mi mundo sobrenatural eso no existía. Miré a Fenris y Rafe, quienes pensaban lo mismo que yo. Continué prestando atención a lo que decían. La forma en que hablaban de su madre rayaba en lo sobrenatural y me hacía sentir que nuestras historias se entrelazaban irremediablemente. —Quizás esta noche podríamos escuchar una historia —propuse, esbozando una sonrisa que apenas disimulaba mi curiosidad por conocer más sobre su mundo—. Quizás alguna historia que ella contara y que ustedes recuerden. —Preferiría conocer las historias de este lugar —respondió Claris de inmediato—. Seguro que hay leyendas fascinantes. —Vamos, chicas, seguro que hay alguna que recuerden con cariño porque su mamá la repetía —intervino Fenris, interesado como yo—. Clara, cuéntanos una. Era evidente que intentaban esconder su vida pasada, sobre todo Claris. Clara, aunque era su hermana gemela, no se parecía tanto a ella; era de una belleza más tenue, casi pálida, pero de un
KIERAN: Aquella propuesta encendió una chispa en nuestros corazones, algo más profundo que el simple deseo de ayudar. El orfanato guardaba tantos secretos, tantos niños perdidos y anhelos enterrados bajo el denso follaje de la selva, que parecía murmurar sus propias historias de unión y reencuentro. —¿De veras tienen programas para ayudar a niños huérfanos? —preguntó Clara, su semblante iluminado nos recordó por un instante a la propia Luna. Luego se giró hacia Fenris y le tomó las manos—. Fenris, sé que solo llevamos dos días, pero te estaría eternamente agradecida si me ayudas a adoptar a un niño que adoro. Cada vez que iba a aquel lugar, se aferraba a mí y me pedía que no lo dejara allí. —¡Clara! ¿Cómo puedes pedirle eso a un hombre que acabas de conocer? —la reprendió Elena, mirando luego a Claris, que se abrazaba a sí misma con los ojos llenos de lágrimas. —¿Qué tienes, mi Luna? —corrí a su lado y la abracé sin necesidad de que me respondiera. Ella tenía que ser Claris y, aunq
KIERAN:Era cierto, viajamos al año en que la Loba Guardiana llegaba a la tierra con la Empática y la Mística en su vientre, pero eso no había sucedido, o al menos no las había encontrado. En su lugar, aparecieron estas tres mujeres adultas que se parecían a ellas, pero sin lobos. Tenían historias que coincidían con mis deseos y mi añoranza de recuperar lo perdido. —Tienes razón, Atka, pero ¿no crees que es mejor ir a convencernos? —pregunté, sabiendo que él compartía la misma agonía que yo; éramos uno. —Además, no nos cuesta nada ayudar a esos niños. —De acuerdo —aceptó, aunque agregó—. Pero me están pareciendo demasiadas coincidencias. Creo que debemos pensar con frialdad, Kieran. ¿Y si alguien está jugando con nuestras emociones y deseos? Puede que, aparte de nosotros, haya otro ser sobrenatural que sepa lo que nos ha sucedido y que haya hecho todo esto para hacernos caer en una trampa. La idea de una trampa me hizo detenerme por un momento. Tomé una respiración profunda, tratand
CLARIS:Todo me parecía una locura. El encuentro con ellos, nuestra relación precipitada y ahora esto. Todo por la loca de mi hermana Clara. Le advertí que no les contara nada de nuestras vidas, no todavía. Pero ella, con lo emocional que es, casi les dice todo.—Clara, no dejas de meternos en problemas —le dije en cuanto los vi alejarse—. ¿Cómo se te ocurre pedirle eso a Fenris, que no conoces, y hablarle del orfanato?—Estoy de acuerdo con Claris —intervino mi hermana mayor, Elena—. No debiste, Clara. Pero, Claris, no puedes negar que los niños necesitan ayuda. Hemos estado enviando dinero, pero no es suficiente. Tu novio, por lo que pude averiguar, es uno de los hombres más exitosos que existen y, según dicen, su fortuna no se puede contar.—¡No es mi novio! —protesté, aunque tenía que admitir que ella tenía un buen punto, como siempre—. Aunque es verdad, quizás no solo podamos traer a esos niños que nos gustan, sino hacer que él arregle aquel lugar; está a punto de caerse.Guardam