KIERAN:
Los tomé en mis brazos, abrazándolos con fuerza. Sentir sus pequeños cuerpos me llenaba de alivio por tenerlos a salvo. Sin decir nada, los entregué a mi Luna, que los recibió de inmediato con los brazos abiertos. Con las lágrimas contenidas, en sus bellos ojos.
Enfoqué mi atención en lo que me rodeaba. El instinto me decía que algo no era como debía ser. Busqué a los guardias que siempre vigilaban nuestro hogar y protegían a mis cachorros. Fue entonces cuando los vi, todos dormidos profundamente en sus posiciones, completamente indefensos. —Imposible... —murmuré. Frené en seco y, con un movimiento rápido, incliné la cabeza hacia atrás, dejando escapar un poderoso aullido de llamado. Su eco resonó en cada rincón de mi manada. No pasó mucho tiempo antes de que comenzaran a aparecer