CLARIS:
Sus labios chocaron contra los míos, y por un breve instante lo olvidé todo: el frío de la madrugada, el cansancio del entrenamiento e incluso los tenues rayos del sol que se colaban por las cortinas. Su beso tenía esa extraña manera de recordarme que, aunque había una humana en mí, eso no importaba. Kieran era capaz de amar todas mis versiones.
Cuando finalmente se apartó, fue con una lentitud que casi me hizo suspirar de nuevo. Abrí los ojos para encontrarme con su mirada intensa de color gris, que siempre parecía desnudarme, como si pudiera ver hasta el último rincón de mi alma. —¿Qué? —pregunté con una sonrisa temblorosa. Él inclinó la cabeza ligeramente, cambiando apenas de expresión, como si estuviera a punto de contar un secreto. —Hay algo que quiero most