—Muy bien, detective, siga haciendo su trabajo y manténgame informada hasta del último detalle. No quiero que se guarde nada y tampoco que deje nada al azar. Le pago para eso —Dina respiró profundo y escuchó atentamente lo que el detective decía—. Siga así y tendrá otra pequeña recompensa. Adiós —colgó el teléfono con mucha satisfacción.
A Dina Casiragi le hizo la mañana escuchar las excelentes noticias sobre el logro de Megan. Nada más y nada menos se llevó a la cama al nuevo y más fuerte socio en esos momentos.
Sonrió con satisfacción porque no había errado. Sabía que no le fallaría esa niña y se sintió orgullosa porque Megan con su actitud, demostraba que, aunque no llevara su sangre, se parecía mucho más a ella que su propio hijo.
Sin embargo, no espe