El joven licántropo, antes víctima, ahora monstruo, se retorció contra las cadenas que lo sujetaban a la pared de la cueva. Sus ojos, inyectados en sangre, se clavaron en Aeric y Lyra, destilando un odio visceral.
"¿Quién te hizo esto?", preguntó Aeric, su voz resonando con una mezcla de compasión y cautela.
El licántropo soltó una carcajada estridente. "No importa quién me hizo esto. Lo que importa es lo que soy ahora: ¡venganza!"
Con un esfuerzo sobrehumano,