5. NO ES TAN SIMPLE

 Clío tragó saliva, un leve nudo formándose en su garganta. Sabía que, en teoría, lo que ellos planteaban sonaba como una oportunidad increíble. Sin embargo, algo en su interior, una especie de pulso silencioso, la instaba a no precipitarse. Necesitaba analizarlo, reflexionar con calma.

 Ambos la miraban con expectación, como si estuvieran seguros de que diría que sí de inmediato. Pero Clío no tomaba decisiones apresuradas, mucho menos si se trataba de negocios. Ella valoraba la lógica y la preparación por encima de cualquier emoción momentánea. Enderezándose en la silla, adoptó una postura profesional, decidida a no dejarse arrastrar por el entusiasmo del momento.

—Me siento muy halagada de que piensen tan bien de mí, chicos —comenzó, eligiendo cada palabra con cautela, para no herir sus sentimientos—. Pero ustedes me conocen, soy… complicada para trabajar. Soy exigente, un poco inflexible. A veces me gana la frustración y termino chocando con todos si las cosas no salen como quiero.

Dudó un instante, bajando la mirada hacia sus manos entrelazadas sobre la mesa. Estaba siendo honesta, más con ella misma que con ellos.

—He creado mi propio equipo, y lo he formado a mi manera. He trabajado durante años para construir algo mío, algo que aún está tomando forma, pero que es importante para mí —se detuvo antes de proseguir. — Saben que mi meta, al menos por ahora, es lanzar mi propia firma junto con Lúa. Es un plan que he tenido en mente desde hace tiempo.

Subió la mirada, buscando en los ojos de sus amigos algún rastro de decepción, algún indicio de que sus palabras pudieran haberlos herido.

—Y para serles sincera, no había considerado una posibilidad como la que ustedes me están proponiendo. Tengo que pensarlo. No puedo tomar una decisión de este tipo de manera apresurada. Lo siento…

 Brayan asintió lentamente, cruzando los brazos mientras reflexionaba sobre sus palabras, mientras que Edna, aunque algo desanimada, le regaló una sonrisa cálida.

 —Sabemos que no es algo sencillo, Clío —dijo Edna, con esa dulzura que siempre lograba desarmar cualquier tensión—. Y entendemos que necesitas tiempo. Solo queremos que sepas que la oferta está sobre la mesa. No hay prisa, ni presión.

—No hay problema, amiga. Sabemos que tienes que pensarlo muy bien —intervino Brayan, aunque Clío no pudo evitar notar un destello de decepción en su mirada. Su tono, sin embargo, se esforzaba por sonar comprensivo—. Trabajas en una enorme empresa, has construido tu carrera a base de esfuerzo y dedicación. La nuestra no es tan grande como lo que tú representas ahora.  

—No se trata de eso, chicos —lo interrumpió Clío rápidamente, para disipar cualquier malentendido—. Es una gran responsabilidad asumir algo así. No es lo mismo ser una trabajadora que lo que ustedes me están ofreciendo. De verdad, lo pensaré bien, se los prometo. Pero necesito una semana para analizarlo.  

Hizo una pausa, bajando un poco el tono de su voz, con una mezcla de sinceridad y preocupación que empañaba sus palabras.  

—Conocen mejor que nadie que mi vida personal no es sencilla… pero también saben lo importante que es para mí.  —Hizo una pausa. — Necesito tiempo libre para ellos, no puedo decidir hacer esto. 

Edna asintió de inmediato, tratando de transmitir serenidad mientras retomaba la palabra.  

—Está bien, Clío. Tómate el tiempo que necesites.  

 Fue Brayan quien, entonces, inclinándose levemente hacia ella y tomando una de sus manos, añadió con firmeza:  

—Pero hay algo que quiero que tengas muy presente. No importa lo que decidas, seguiremos siendo mejores amigos. Esto no es más que una propuesta, y jamás querríamos que algo así termine haciendo mella en la amistad que hemos construido.  

—Exacto, Clío. Es solo eso: una propuesta —intervino Edna, dibujando una sonrisa cálida que iluminaba el ambiente—. Si decides que no es para ti, seguiremos exactamente como hasta ahora. No temas perder nuestra amistad si decides no aceptar.  

Clío exhaló profundamente, sintiéndose aliviada por su actitud comprensiva. Había algo profundamente reconfortante en saber que, pase lo que pase, su vínculo con ellos seguiría intacto.  

—Gracias, chicos —dijo finalmente, conmovida—. Me dolería mucho si algo como esto llega a cambiar lo que tenemos.  —Ustedes son los únicos amigos, mejor dicho, la única familia que tengo junto a mi abuelita… sin contar a Lúa, claro. —Se detuvo, sintiendo el nudo en la garganta que tantas memorias evocaban. Tomó una respiración profunda y continuó—. Bueno… ustedes saben lo que quiero decir. Saben todo de mí, saben exactamente a lo que me refiero.  

Edna extendió una mano sobre la mesa y la puso suavemente sobre la de Clío, ejerciendo una ligera presión fraternal, reconfortante.  

— No Clio querida, no lo tomes así—dice Edna tomándome las manos— es que eres nuestra querida amiga, cuando decidimos hacer la ampliación, en quien pensamos primero fue en ti. Pero mi hermano también puede ser una opción.

—Si querida, no te sientas presionada, no eres nuestra única opción, aunque si la preferida —aclaró Brayan sonriendo, aunque había tristeza en su mirada.

—Bueno, ahora acompáñanos a almorzar. Y dejemos de hablar de trabajo —dice Edna y se puso de pie haciendo que todos lo hicieran también.

Se montan en el auto de Brayan que es conducido por su asistente Jenri, y en cinco minutos están en un hermoso restaurante al aire libre. Edna de inmediato dice que es su restaurante favorito. Lo habían descubierto hacía poco. Pero podía asegurar, que la comida que hacían era  la más deliciosa que han comido en toda su vida. Hablaba con una felicidad que no pasó desapercibida para todos. Brayan por el contrario estaba silencioso. Clío puede notar como mira a su esposa con mucho amor. Sigue perdidamente enamorado de ella, a pesar de los años que llevan juntos, y ella de él al ver como Edna lo besa suavemente en los labios.

La imagen de ellos, mirándose con ese inmenso amor, la tiene clavada en su cerebro. Y cree, que es uno de los motivos, porque no se resigna con una relación que no le brinde esa felicidad, y amor que ve en ellos. Sin contar, que quiere encontrar ese hombre comprensivo, que la ame con todo lo que viene con su persona.

 Además, estaba Leonard. A pesar de su problema personal, él había confiado en ella cuando nadie más lo hizo. La dejaba hacer todo lo que ella quería, sin restricciones.  La enseñaba sin recelos ni miedos. Le tenía una ciega confianza que ella no sabía si podría traicionar. Conocía que sí ahora mismo le decía que iba a renunciar, metería a la empresa en serios peligros, y eso no era su estilo.
—¿Es por Leonard que no aceptas? —escuchó de pronto a Brayan hablando casi en su oído. —¿Estás enamorada de tu jefe, Clío?

 

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