Mundo ficciónIniciar sesiónEl palacio siempre había sido jaula, pero ahora las barras eran visibles.
Catalina observaba desde la ventana de su habitación—la única ventana que todavía le permitían abrir, y solo porque daba a un patio interior rodeado por muros de tres metros—mientras el sol se ponía sobre los jardines que ya no podía caminar. Tres semanas. Habían pasado tres semanas desde que regresó del hospital, desde que negoció ese mes de respiro con Elian.
Y las primeras dos semanas habían sido exactamente lo prometido: espacio, privacidad, la ilusión de autonomía. Pero la tercera semana—la semana después de que Elian recibiera llamada de la Reina Margot sobre "reportes preocupantes" de los terapeutas—todo cambió.
La puerta detrás de ella se abrió sin aviso. Catalina no se giró. Ya había aprendido que girarse sugería que cr







