Mundo ficciónIniciar sesiónEl trayecto desde el hospital hasta las oficinas centrales de Montes Industries fue silencioso salvo por el zumbido constante del teléfono de Don Ricardo. Camila observaba a Alejandro desde su asiento en la limusina, notando cómo cada bache en el camino lo hacía hacer mueca de dolor que trataba de ocultar, cómo sus nudillos se volvían blancos contra el bastón que los doctores habían insistido debía usar.
—No tienes que venir—, dijo Alejandro por tercera vez, su voz tensa—. Esto va a ponerse feo. Samuel no va a contenerse solo porque estés presente.
—Exactamente por eso necesito estar ahí—, respondió Camila, ajustando la chaqueta de su traje que había enviado a buscar de emergencia—. Porque él espera que te escondas detrás de abogados y portavoces. Espera que actúes como heredero débil que necesita protección. Y vamos







