Mundo ficciónIniciar sesiónEran casi las once de la noche cuando Camila regresó. Alejandro la escuchó antes de verla—el clic distintivo de sus tacones contra el linóleo del pasillo, el ritmo vacilante que sugería que cada paso era decisión consciente en lugar de certeza.
La puerta se abrió lentamente, y ahí estaba ella. Cabello despeinado por el viento, maquillaje ligeramente corrido alrededor de sus ojos como si hubiera estado llorando, expresión que mezclaba determinación con algo más vulnerable que eso.
—No puedo alejarme de ti—, dijo sin preámbulo, su voz quebrándose ligeramente—. Lo intenté. Caminé durante horas, diciéndome que necesitaba espacio, que merecía mejor que ciclo constante de duda y justificación. Pero cada paso que daba lejos de aquí solo me recordaba que no quiero estar en ningún otro lugar excepto contigo.
Alejandro no habló inmediatamente. No podía. El alivio que inundó su sistema fue tan intenso que físicamente dolió—como sangre regresando a extremidad entumecida.







