Mundo ficciónIniciar sesiónLas palabras quedaron suspendidas entre ellos como una confesión arrancada a la fuerza. Alejandro no apartó la mirada, sosteniendo la de Camila con una intensidad que hacía que todo lo demás en la habitación desapareciera en los bordes.
—No entiendo qué es lo que me está pasando contigo, Camila, pero sé que si te vuelvo a ver con alguien más, no podré contener mi ira. Te deseo.
La honestidad brutal de su admisión la golpeó como una ola. No eran palabras bonitas envueltas en romance. Era algo más crudo, más real: un hombre confrontando algo que lo estaba destruyendo desde adentro.
—No es martes—, susurró Camila, repitiendo las palabras como si fueran un hechizo protector, algo que mantendría la línea entre lo que eran y lo que podrían volverse si cruzaban este umbral.
—Olvida las malditas reglas.—Sus ma







