Cuando Nicole le confiesa a Alessandro que está esperando un hijo suyo, la reacción de él es devastadora. Sin pensarlo dos veces, la acusa de ser una cazafortunas, cegado por la desconfianza de una traición sufrida. Cinco años después, el destino los reúne nuevamente en medio de una tormenta de secretos, manipulaciones y traiciones. Con su hijo entre ellos, y viejas heridas reabiertas, Alessandro y Nicole deben decidir si enfrentar su pasado o dejar que ese amor que nunca se apago, sea consumido.
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◊ 2019◊
Aunque el espacio de la oficina es realmente amplio, hoy lo siente totalmente claustrofóbico.
Para Nicole los casi cincuenta metros de espacio que tiene la oficina se le hacen totalmente insuficientes para no sentirse como un ave indefensa y enjaulada.
Sus rodillas temblaban al igual que sus manos y el sudor que recorría su cuerpo se sentía totalmente frío.
Sus manos empapadas en sudor se pasean entre las diferentes carpetas de documentación que deben ser revisadas por su jefe, mismo que va llegando con cerca de 45 minutos de retraso.
Nicole ha estado taladrando su cabeza con miles de ideas que lejos de ayudarla a sentirse calmada simplemente incrementan más sus nervios.
La constante presencia de Alessandro en su cabeza, fue suficiente para que pasase toda la noche en vela, su mente creando uno y mil escenarios de lo que podría ocurrir en el momento que su jefe se entere sobre la noticia que tiene para darle.
Después de todo, solo les bastó el descuido de una noche para crear una inesperada conexión que los uniría para el resto de sus vidas.
—No me importa. —Dice la voz profunda de Alessandro quien se encuentra hablando al teléfono mientras entra a la oficina. Nicole al verlo se puso de pie enseguida y Alessandro se detuvo momentáneamente al notar ese pequeño detalle, en todo el tiempo que llevan trabajando juntos ese no es un gesto común en el actuar de Nicole cuando él llega—. ¿Qué?... lo siento, no te escuché.
Haciendo un gesto con su mano le pide a Nicole que lo siga hasta su oficina, ella solo asiente y tomando su lápiz junto con su libreta de apuntes se apresura a ir tras de él y cerrar la puerta y sus espaldas una vez que se encuentran solos dentro del espacio privado.
—El Sr. Da Silva no es nuestra prioridad en estos momentos, ni él ni su empresa, son sus palabras mientras toma asiento detrás de su escritorio al tiempo que con su mano le indica Nicole que haga lo mismo ... no… no.... pospón nuestra reunión con él... no lo sé, tal vez por unos dos o tres meses más...sí... Está bien. Te llamo más tarde y coordinamos cualquier detalle faltante. — colgando la llamada, el rubio deja su teléfono sobre el escritorio para luego pasar a recostarse sobre el mullido asiento antes de fijar la mirada en su secretaria.
—Ho... —comenzó Nicole, pero solo ese pequeño sonido alcanza saliendo sus labios, pues un gesto de la mano de Alessandro le hace guardar silencio.
—Dime la verdad ¿Qué tan grave es? — pregunta mientras abre el primer gabinete del escritorio y tras sacar uno de sus cigarrillos, comienza a fumar con total despreocupación.
Nicole se le queda viendo al menor por un momento sin saber que decir, procesando sus palabras entiende que tal vez lo pregunte en relación al contrato que debía ser entregado a primera hora del día, mismo contrato que se encuentra sobre su escritorio.
Respirando hondo, Nicole intenta calmar sus nervios por lo que, colocándose de pie, camina hasta su escritorio y busca la carpeta del contrato.
Su mente corre a mil por hora, pensando en la mejor forma de decirle.
¿Debería ser directa? ¿Debería buscar las palabras adecuadas para que su jefe no salga corriendo abrumado por la responsabilidad? ¿O tal vez esperar un mejor momento?
Alessandro, absorto en sus pensamientos y su cigarrillo, no parece notar la agitación de Nicole.
Ella finalmente encuentra la carpeta y, con manos aún temblorosas, la abre para revisar que todos los documentos estén en orden, ya que, debido a sus nervios, no lo hizo antes.
Al volver con su jefe se la extiende, Alessandro toma la carpeta y comienza a leer en silencio, mientras el ambiente en la oficina se vuelve cada vez más tenso.
El silencio se prolonga hasta el punto en que Alessandro, incapaz de soportarlo más, deja la carpeta sobre el escritorio y fija sus ojos en Nicole.
— Bien, ¿Qué pasa? —pregunta, su voz cargada de impaciencia.
Nicole siente que su corazón se detiene por un instante.
Tomando un momento para reunir valor, se decide a hablar.
—Yo... —empieza, pero las palabras se le atoran en la garganta. —Alessandro, hay algo importante que debo decirte.
Él la observa, su expresión es una mezcla de impaciencia y preocupación, ya que aún con su estatus de compañeros de cama, Nicole no usa su nombre de pila a no ser que estén en un ambiente lo bastante íntimo y exento de trabajo.
—Bien, dime de qué se trata—insiste.
—Yo estoy... estoy embarazada —confiesa finalmente, su voz apenas un susurro.
Por un momento, Alessandro la mira en silencio, procesando lo que acaba de escuchar. Luego, de repente, suelta una carcajada sonora que llena la habitación.
Nicole lo observa, desconcertada y herida a parte iguales por su reacción, mientras la risa de Alessandro se convierte en una burla abierta.
—Deja de jugar con eso, Nicole —dice aun entre risas. —Eso no es algo con lo que se bromea. Sabes bien cuanto odio ese tipo de bromas
Nicole siente que un inmenso impulso por golpear el rostro burlón de Alessandro, pero prefiere llamarse a la calma.
—No estoy bromeando, Alessandro —responde, su voz temblando entre la anticipación y el miedo.
Pero Alessandro parece seguir sin tomarla en serio.
—Venga, Nicole. Tenemos mucho trabajo. No tengo tiempo para bromas hoy —dice, volviendo su atención a la carpeta del contrato.
Nicole se queda en silencio, sintiéndose más atrapada y sola de lo que esperaba.
Las lágrimas asoman a su mirada y amenazan con brotar, pero se las traga, intentando mantener la compostura.
Alessandro sigue revisando el contrato, aparentemente ajeno a la tormenta de emociones que ha desatado en Nicole.
Tomando aire, Nicole se dirige a su escritorio y saca un sobre de su bolso.
—Aquí —dice con voz firme, extendiéndoselo a Alessandro y dejándolo sobre su escritorio. —Es la prueba de sangre que me hice esta mañana.
Alessandro la mira con escepticismo, pero toma el sobre y lo abre.
Su expresión burlona y divertida cambia radicalmente al leer los resultados, la risa desapareciendo de su rostro.
Un silencio pesado llena la habitación mientras él procesa la información.
—Pero qué m****a... —su voz es baja, apenas un susurro, pero claramente llena de enfado.
Nicole ni siquiera puede pensar en la sola idea de mirarlo.
Si estaba molesto, ella supone que estaba bien.
No esperaba ser envuelta en un abrazo apasionado o algo así, después de todo, esto había sido algo muy inesperado.
Solo son dos amantes que por un jodido descuido están esperando un hijo.
—Tú... eres la peor de todas con las que me he topado en mi vida— bufó en medio de una risa histérica y llena de desprecio.
— ¿Qué? —Nicole lo mira, esperando estar malinterpretando sus palabras, pero su sola mirada hostil ya es una ofensa sobre ella.
Finalmente, Alessandro levanta la vista hasta ella y, con una sonrisa irónica, dice:
—Felicidades, Nicole—dice mientras deja los resultados sobre la mesa y fija su mirada ahora fría y sin emociones en ella—. Has hecho un excelente trabajo todo este tiempo ocultando que no eres más que otra que esas jodidas cazafortunas.
Nicole siente que el nudo en su garganta se vuelve mayor, llegando al punto de no permitirle respirar bien, pero se mantiene firme.
—Esto no es un juego para mí, Alessandro. ¿Realmente crees que planee esto?
Alessandro se recuesta en su asiento, observándola con frialdad.
—Por supuesto, Nicole. Tuviste que ser realmente paciente ¿verdad? Después de todo, necesitaste esperar más de un año para poder salirte con la tuya —agrega mientras enciende otro cigarrillo—. Solo por una vez que decidí no jugar de forma segura y ya quieres hacerme creer que seré el padre de un bastardo.
Escuchar la forma despectiva en la que Alessandro se refiere a su futuro hijo hace que sienta deseo de vomitar.
—Alessandro... —intenta hablar, pero él no la deja continuar.
—Sabes, debería ir con el verdadero padre de tu hijo y darle la noticia. Quién quita y él sí se emocione por saber que tendrá una pequeña sanguijuela que va a drenar todo de él —dice dando otra calada a su cigarrillo para luego exhalar el humo con desprecio.
Nicole cierra los ojos un momento, intentando a toda costa contener las lágrimas.
Las palabras crueles de Alessandro retumban en su mente, y cada segundo que pasa en esa oficina se vuelve más insoportable.
—No puedo creer que realmente pienses eso de mí —dice finalmente, su voz temblando de ira y dolor—. La verdad es que no esperaba que reaccionaras de esta manera, ¿pero sabes qué? no te preocupes, no voy a pedirte nada. Solo quería que supieras la verdad del bebé. Pero ahora tengo claro que no necesito a un bastardo como tú en la vida de mi hijo
Alessandro la observa con una mezcla de frialdad y desdén.
—Oh, claro. “La verdad” —dice, sarcástico—. Me imagino que la verdad se ajusta a lo que más te conviene en este momento, ¿no?
—¿Qué estás...? ¿Tú qué estás suponiendo?
— ¿Suponiendo? Creo que más que obvio que aquí no estamos suponiendo nada, simplemente estoy basándome en los hechos. Las reglas entre nosotros fueron claras, nada de sentimientos y ningún hijo entre nosotros. Qué casualidad que tenemos un poco de sexo sin protección en una sola noche y mágicamente resultas embarazada. ¿Acaso crees que soy idiota? Dime Nicole ¿Qué es lo quieres? ¿Quieres casarte conmigo? ¿Quieres mi dinero?
Nicole respira hondo, tratando de recuperar la compostura al escuchar las palabras de Alessandro
—No pienso seguir discutiendo esto contigo. El bebé es tuyo, y aunque no quieras aceptarlo, voy a seguir adelante sola. No necesito tu aprobación ni tu apoyo.
—A lo largo de mi vida me he encontrado con personas realmente desagradables y sin ningún tipo de escrúpulos, pero tú realmente superaste a cualquiera de ellas.
Dicho esto, Alessandro mira fijamente a Nicole, por su parte, ella se da la vuelta y toma un último papel de su escritorio.
Colocando su firma al final del papel, regresa con el menor y termina arrojándolo a la cara de Alessandro.
— Aquí está mi carta de dimisión. ¡HASTA NUNCA!
Toma sus cosas y sale de esa oficina sintiendo el peso del mundo sobre sus hombros.
Mientras cierra la puerta detrás de ella, escucha la risa seca y burlona de Alessandro, pero no se detiene.
Sabe que ahora más que nunca tiene que ser fuerte, no solo por ella, sino por el bebé que lleva dentro.
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A esa hora la casa se ha instalado un profundo silencio, y una paz que Alessandro no esperaba experimentar después de una noche tan llena de vida y de emociones. La fiesta de debut en sociedad de Emma y Danna ha sido todo un éxito: risas, baile y recuerdos nuevos para la familia. Ahora, en el rincón más privado de su hogar, Alessandro y Nicole están juntos, sentados en la sala de estar, mirando las fotografías de la noche. Nicole pasa las fotos de su teléfono lentamente, sosteniéndolo con ambas manos mientras Alessandro la observa. Sus ojos siguen cada expresión en su rostro, cada destello de nostalgia y de orgullo que aparece al ver a sus hijas en sus vestidos de gala, con esa gracia que parece haberse multiplicado de un día para otro. Alessandro no puede evitar sonreír al ver cómo Nicole revive cada momento a través de las imágenes, su cabeza firmemente apoyada en su pecho mientras sonríe para sí misma. —Se ven tan felices,— susurra ella, sus ojos deteniéndose en una foto donde se
Victoria camina tras Leonardo, casi corriendo para seguirle el ritmo y mantenerse a su lado. La mirada dura y enfocada de su padre va de la puerta principal a los pasillos de la casa, como si estuviera evaluando una estrategia de defensa para repeler a un extremadamente peligroso y ella trata con todas sus fuerzas de persuadirlo aunque la determinación en el rostro de Leonardo deja más que claro que su padre no le facilita la tarea. —Papá, ¡por favor! —insiste Victoria una vez más, tratando de contener la sonrisa nerviosa qué amenaza con salir—. No tienes que ponerte así. Ni siquiera lo conoces, y ya quieres lanzarte contra él como si fuera un criminal. Solo viene a buscarme para salir a tomar un café, estaré de vuelta lo más tardar a las nueve, te lo prometo. —¿Un café? —Leonardo se ve tiene un momento y se gira para fijar su mirada en su hija, resopla y niega con la cabeza antes de volver a retomar su caminata—. No pienso dejar que un mocoso se acerque a ti, y mucho menos con es
Emma y Danna, se encuentran en la habitación de Emma observando fijamente su imagen en el espejo. Se encuentran probándose los diferentes vestidos que su abuela Donatella y su tía Thalia diseñaron para ellas, y aún cuando se encuentran nerviosas Pues el tan esperado baile de debut está a la vuelta de la esquina, lo que realmente las tiene ilusionadas es la idea de poder ir con sus novios. El problema es que no saben cómo contarle a su papá, quieren cambiar de pareja en el último momento… y, peor aún, sienten terror de contarles ambas tienen pareja. Ninguna de las dos había mencionado a Alessandro o a Nicole el pequeño detalle de que están saliendo con alguien, así que esta noticia podría tomarse como una sorpresa mayor que su cambio de pareja al último momento. —¿Crees que mamá nos ayude? —pregunta Emma, mirando a Danna por el reflejo del espejo con una expresión de incertidumbre mientras su hermana menor la ayuda a ajustar el corset de su vestido. —Bueno, tal vez… —Danna responde,
Alessandro se mantiene de pie, con los brazos cruzados y una expresión de firmeza, mientras un Thiago de diecinueve años, lo mira con impaciencia y los ojos ligeramente entrecerrados, su mente maquinando un plan para convencer a su padre. Thiago lleva una chaqueta de cuero que parece haber comprado en algún mercadillo alternativo, es más que seguro que Donatella lo ve vistiendo así y pondrá el grito al cielo y lo sacará de su herencia. El joven rubio se mueve de un lado a otro con un aire de frustración juvenil. Alessandro mantiene su mirada fija, apenas moviéndose, proyectando esa calma que Thiago considera tan exasperante cuando intenta salirse con la suya. —Papá, escúchame y entiéndeme, por favor —insiste Thiago, levantando las manos en un gesto de súplica—. Sé que fallé las pruebas, pero no fue mi culpa, te lo juro. Alessandro arquea una ceja y se cruza de brazos aún más fuerte. Ama a Thiago como a nadie, pero no puede creer que realmente esté escuchando un argumento tan absurdo.
Mientras en la cocina el ambiente matutino está lleno de sonidos y risas. Alessandro camina de un lado a otro, lanzando suspiros largos mientras Nicole intenta preparar el desayuno sin romper a reír al escucharlo. Las tres pequeñas están en el salón, inquietas, emocionadas mientras presumen sus nuevos uniformes a su hermano y a su rima Victoria, y aunque para ellas es un día de emoción, en la cocina, Alessandro lo vive como el principio del fin del mundo.—Por favor Nicole, ¿has visto lo diminutas que son? —son las palabras de Alessandro mientras se gira hacia ella, su rostro se muestra casi en pánico, con los brazos cruzados y la mirada fija en el techo como si hablara consigo mismo—. No están listas para ese… ese horrible lugar —se queja con intensidad—. ¿Por qué ir a la escuela tan pequeñas? Podrían aprender en casa. Podemos conseguirlos los mejores tutores.Nicole no responde inmediatamente; simplemente abre una de las gavetas superiores de la repisa y luego se acerca a la cafetera
La luz del sol acaricia suavemente los adornos florales y las sillas blancas dispuestas con esmero en el amplio jardín. Los invitados ya están ubicados, las miradas llenas de emoción. Aunque no son muchos los invitados, si son personas que comparten la felicidad de ver el feliz desenlace en la historia de Thalia y Leonardo, esa boda representa la completación de su amor. Mientras la ceremonia está a punto de comenzar, y el aire se llena de murmullos de felicidad. Entre ellos, sobresale la voz de Thiago, quien, con una sonrisa de oreja a oreja, sostiene con orgullo una pequeña cajita de terciopelo que contiene los anillos de los novios.—Thiago, no corras con los anillos de la tía —llama Nicole mientras termina de acomodar un mechón de su cabello.—¿Y si dice que no? —pregunta Thalia mientras mira a su cuñada.—¿Estás jugando? Leonardo te ama con locura.—Y es un tonto por hacerlo.—Sí bueno, de eso se trata el amor— responde en tono divertido mientras termina de acomodar la pajarita de
Último capítulo