Sofía se sonroja totalmente hasta las orejas. No puede creer que ese hombre le esté haciendo semejante propuesta. No logra entenderlo y, por más que quiere reaccionar, su cuerpo está estático ante semejantes palabras tan tentadoras. ¿Quién no querría estar con Leonardo Di Napoli? Incluso su mejor amiga ha hablado de él, el hombre inalcanzable de Italia. Lo ve sonreír con malicia y luego apartarse sin dejar de mirarla, dejándola sin aliento
— No te hagas ilusiones — le dice volviendo a su frío temple — Mañana, puntual. Si no, estarás despedida. Se da la vuelta y se marcha, dejándola perpleja. Ella sacude la cabeza y luego mira a todos lados, está avergonzada por lo que pasó.
— Eres un… ¡no te soporto, Leonardo Di Napoli! Eres igual que todos los hombres — sale de la mansión por el mismo lugar por donde él salió, solo que ya Leonardo tiene ventaja porque arrancó en su Lamborghini de manera acelerada, levantando algo de polvo y haciendo que ella achine los ojos hasta que todo vuelva a la