—¡No pienso ir a ningún lado! —Sofía se niega a abrir la puerta—. Eso te pasa por convocar al diablo —espetó.
—Deja el miedo, amiga. Él no te quiere matar, sino comer. Ve y abre, o si no, no podremos comer en paz. Algo importante tendrá que decirte como para haber venido hasta aquí.
—Eres una cruel amiga —Sofía se coloca de pie.
—Y así me amas —se burla sin dejarla de mirar, y Sofia rueda los ojos para luego dirigirse a la puerta—. Acomódate el short y las bubis, amiga.
—¡Maggie, ya basta, por Dios! —niega con la cabeza y retoma aire.
—Que se muera, se vuelva loco por ti al verte —ríe a carcajadas, y Sofía retoma aire. Al abrir la puerta, abre sus ojos de par en par.
—Tú... —pasa saliva y observa lo mal que está, incluso las flores amarillas que trae.
—Sofía, mi amor —susurra con tristeza. —he traido estas flores para ti
—¿Quién es Sofía? —pregunta Maggie con curiosidad.
—Amm... Espérame, saldré un momento —sale y cierra la puerta. Sabe que si Maggie lo ve, se arma l