26

Horas más tarde, envuelta en un chal, Agatha admiró la vista con una copa de vino en la mano mientras su amante gritaba atronador a cualquiera que se atreviera a confrontarlo por teléfono.

Tenía la impresión de estar en una especie de abismo gigante, sentía que su destino ya no le pertenecía.

- ¿Agatha?

Cuando sus manos presionaron sus hombros, saltó abruptamente.

- ¿Te asusté?

Ella se volvió, con la insinuación de una sonrisa forzada. Aún tan impenetrable, cargado de secretos, le tomó la barbilla.

- No ... Estaba perdida en mis pensamientos.

La miró fijamente como si tratara de adivinar sus pensamientos.

- Será mejor que te vayas a casa, necesito hablar contigo.

Alarmada por su tono áspero y autoritario, Agatha se estremeció antes de cómo se desarrollaría esta conversación.

Cerró la ventana salediza en silencio, con el ceño fruncido.

Para animarse, se envolvió en el chal.

¿- Entonces? Ella se sobresaltó nerviosa, ¿sabes si es un accidente?

- Este acto fue premeditado, el dispositivo
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