Una semana después de la tormenta, Jabbar lo había llevado de regreso a Kadar, al palacio. En la pista, Maisie nunca olvidaría la horda de periodistas que, al bajar del avión, los habían bombardeado a preguntas.
Jabbar lo había protegido como le había prometido, pero ella sabía que no podía esquivar las preguntas de la gente para siempre.
Quería ser perdonado y poner los medios para ello.
Excepto que hoy, estaba perdiendo los pies.
Maisie decidió que ya era hora de decírselo.
-Jabbar?
¿- Sí?
- ¿A cuántos médicos llamaste?
Le sirvió un vaso de jugo fresco y se lo entregó.
- Siete.
Ella abrió mucho los ojos.
¡- Siete! ¿No te parece exagerado?
- No, dijo, encogiéndose de hombros. Y el último llegará en menos de quince minutos.
¿- Jabbar te caíste de cabeza? ¡Un médico fue más que suficiente!
Parecía decidido y la hizo entender con una mirada.
- En eso te equivocas, Maisie. Replicó en un tono tranquilo. De los siete, seis tenían una opinión diferente. Uno de ellos ni siquiera se molestó e