Cuando Celina se sintió preparada para enfrentar a Thor de frente, giró la manija y abrió la puerta despacio.
Él estaba parado en el mismo lugar, con los brazos cruzados, mirándola directamente con una mirada indescifrable. Una mezcla de preocupación, desconfianza y cariño.
—¿Está todo bien? —Thor preguntó con la voz baja, pero firme.
—Sí... —Celina forzó una sonrisa y salió del baño—. Tengo alergia alimentaria... y aun así insisto en comer lo que no puedo. Amo ese pastel, pero comí muy rápido, en la madrugada... terminó no cayendo bien. —Hablaba rápido, tensa, moviéndose las manos, evitando mirarlo.
Thor continuó parado, los ojos clavados en ella.
—¿Estás segura de que es solo eso? —cuestionó, dando un paso adelante.
Celina asintió rápidamente, desviando la mirada.
—Sí estoy segura. Además de la alergia, tengo gastritis también... creo que la combinación no ayudó.
Él se quedó en silencio por algunos segundos, observando cada gesto de ella, cada desvío de mirada. Pero decidió r