Celina desvió la mirada, sintiendo los ojos llenarse de lágrimas de nuevo. Pero Thor la jaló ligeramente por la barbilla, haciéndola mirarlo.
—Tienes razón sobre todo lo que dijiste. Fui un imbécil, arrogante, controlador. Me escondí detrás de una fachada, de contratos, de un compromiso de fachada... Y te traté como si fueras algo pasajero. Pero no lo eres.
Su voz se puso aún más baja, la respiración entrecortada.
—Te quiero. No para hoy. No solo por una noche. Te quiero en mi vida.
Celina sintió el corazón acelerarse. Y antes de que pudiera decir cualquier cosa, Thor se acercó despacio, como si pidiera permiso con el cuerpo. Ella no retrocedió. Cuando sus labios se tocaron, el beso fue lento, profundo, lleno de aquello que nunca lograron decir con palabras.
Esta vez no había prisa. Él la sostuvo con cuidado, como si tuviera miedo de que desapareciera entre sus dedos. Sus manos trazaron el contorno de la espalda de ella mientras ella se dejaba llevar, sintiendo el calor del cuerpo