El Rolls-Royce proporcionado por el propio hotel se detuvo frente a la entrada imponente del Jumeirah Burj Al Arab, uno de los hoteles más lujosos del mundo, con su arquitectura icónica en forma de vela reluciendo bajo las luces nocturnas de Dubái.

Celina salió del carro con postura impecable, profesional, aun con los nervios palpitando bajo la piel. Estaba decidida a mantener el máximo profesionalismo posible, aunque estuviera a punto de pasar algunos días bajo el mismo techo que Thor Miller.

Thor caminaba a su lado con la elegancia y el silencio que lo hacían aún más intimidante. Su mirada permanecía fija al frente, con una expresión impenetrable, como si ignorara por completo la presencia de la mujer que compartía con él el viaje.

Al adentrarse en el lobby, los dos fueron recibidos por una recepcionista con una sonrisa contenida y ojos atentos. Sin demora, se dirigió a una terminal para verificar los datos de la reserva.

—Buenos días. Bienvenidos al Burj Al Arab. ¿Podrían darme