Narrador.
En el momento que Claudia llegó a casa, se llevó la sorpresa de su vida cuando encontró a Sebastián sentado en un sillón viendo la tele, como si no tuviera nada mejor que hacer que perder el tiempo allí plantado, en vez de estar buscando a un inversionista, ya que según sus creencias de mujer avariciosa un inversionista potencial podría ser la salvación, pues, no está dispuesta a vivir en la miseria sin importar lo que tenga que hacer para lograrlo.
—¿Dónde estabas? — exigió Sebastián con voz demandante y con gesto duro. Pero no la dejó abrir tan siquiera la boca para darle una respuesta, sino que siguió regañándole: — he llegado a mi casa y ni siquiera encontré qué comer.
— ¡Cumples con tu deber o te largas! — le sentenció furioso, ya que quiere pagar su frustración con ella.
—Estaba buscando la manera de que no nos quedemos en la calle y pidiendo para comer— le respondió con tono ardido.
—A ver, ¿cómo carajos se supone que vas a tener quién te ceda una suma tan grande