Esa oferta fue la que encendió la chispa en la mente de Reutilio. Al darse cuenta de que el negocio de la venta de infantes no sólo era rentable, sino que tenía una demanda creciente, decidió llevarlo más allá de lo que alguna vez imaginó el médico inescrupuloso que buscaba vientres de alquiler. Para Reutilio, pagarle a las mujeres era una pérdida innecesaria de dinero. Por eso optó por lo más cruel. Secuestraba a jóvenes turistas en edad fértil, las mantenía sedadas y las obligaba a embarazarse repetidamente, vendiendo a sus hijos al mejor postor sin remordimiento alguno.
Presente:
—En su caso, los embriones que quedaron fueron comprados por una cifra exorbitante por Miriala Estupiñán, socia cercana de Reutilio —continuó el policía con tono grave—. Ella contribuyó a la formación del negocio bajo una condici