Miller se puso de pie y, tras darle un firme apretón de manos a Ariel, lo siguió hacia el auto. Durante el trayecto, intercambiaron preguntas triviales, temas comunes que sirvieron para romper el hielo. Pero ambos sabían que esa conversación superficial sería solo el inicio, pues la verdadera razón de ese encuentro todavía no se había revelado. A cada segundo, la anticipación crecía.
Finalmente, llegaron al bar al que Ariel solía acudir con Oliver y Félix. Era un lugar modesto pero acogedor, la clase de sitio donde las conversaciones importantes se desarrollaban con la calma suficiente para no atraer miradas. Eligieron una mesa apartada, se sentaron y ordenaron unas cervezas. El silencio cómodo pronto dio paso al motivo real de la reunión.—¿Ya conociste a la doctora Elizabeth? —preguntó Ariel, dando el primer sorbo a su cerveza mientras d