323. LAS TORMENTAS EN LA VIDA
El helicóptero, pilotado por Ismael, con Félix y la ginecóloga a bordo, luchaba contra las violentas ráfagas de viento mientras el mayor Alfonso, sentado a su lado, intentaba localizar el yate en la inmensidad del océano.
—Se encontraban bastante alejados, aún no hay señales de ellos —comentó Alfonso, sin apartar la vista de sus binoculares.
—Estaban prácticamente en medio de la nada, en aguas internacionales —respondió Ismael, escudriñando también el horizonte. La intensa lluvia reducía considerablemente la visibilidad, dificultando la búsqueda.
—¡Allí! —exclamó de repente el mayor Alfonso, señalando hacia un punto en el horizonte—. ¡A las tres en punto! Veo algo que podría ser el yate.
Ismael maniobró el helicóptero con destreza, luchando contra las rachas de viento que amenazaban con desestabilizarlos. Félix y la ginecóloga se aferraron a sus asientos mientras la aeronave viraba bruscamente.
—La tormenta está empeorando —advirtió Ismael—. Si queremos hacer un reconocimien