El viaje de regreso hacia el Reino de Sangre no fue sencillo. Con Groven, el joven titán, caminando a su lado, y un ejército de hadas guerreras custodiando los flancos, Drak encabezaba una caravana que evocaba tiempos legendarios. Las alas resplandecientes de los fae brillaban como antorchas en la penumbra. Pero la esperanza de unirse a la resistencia contra el Vacío pronto se vería teñida de sangre.

En varias ocasiones, las criaturas del Vacío emergieron desde grietas en la tierra o descendieron desde los cielos, adoptando formas abominables. Aquellos seres parecían salidos de pesadillas, con cuerpos de sombras líquidas, garras que dejaban cicatrices en el aire y ojos sin pupilas que ardían con una luz enferma.

La primera emboscada sucedió en un cañón estrecho. Los demonios descendieron desde las paredes como arañas gigantes. Las hadas respondieron con flechas encantadas, que silbaban con precisión mágica y estallaban al impactar. Groven derribaba enemigos con cada impacto de su mart